Análisis de Anger Foot para PS5 - Un juego de patear con ritmo exclusivo de consola

Te contamos nuestra experiencia con la versión que aprovecha las mejoras de la consola

Análisis de Anger Foot para PS5 - Un juego de patear con ritmo exclusivo de consola
Anger Foot salta a PS5 como exclusivo de consola
Publicado en Análisis

Anger Foot, desarrollado por Free Lives y publicado por Devolver Digital, es una de esas propuestas que parecen gritar estilo, velocidad y caos desde su primera patada a una puerta. Su estética caricaturesca, el humor escatológico y una jugabilidad que parece beber directamente de la fuente de Hotline Miami, lo convierten en un título fácilmente reconocible en el panorama de los FPS indie. Sin embargo, tras esa fachada colorida y enérgica, se esconde un juego que, paradójicamente, se queda a medio camino entre lo que prometía y lo que realmente entrega.

El título comenzó como un prototipo disponible en itch.io en 2021. Tras su recepción positiva, recibió una importante actualización en marzo de ese mismo año (v0.5), incorporando nuevos niveles, armas y animaciones. En 2022, el juego fue presentado oficialmente durante un evento de Devolver Digital, acompañado por una demo jugable en Steam. Aunque inicialmente se esperaba para 2023, fue retrasado en el evento “Devolver Delayed”, anunciando su nueva ventana de lanzamiento para 2024.

Finalmente, Anger Foot debutó el 11 de julio de 2024 en PC a través de Steam, con una versión completa que expandía significativamente el concepto original. Un año después, el 1 de julio de 2025, se lanzó una versión optimizada para PlayStation 5, con mejoras técnicas como tiempos de carga reducidos y ajustes de rendimiento. El plan de lanzamiento, aunque modificado por el retraso, siguió una estrategia clara: generar comunidad desde el prototipo, mantener el interés con demos y eventos, y culminar con un lanzamiento escalonado entre plataformas.

+ Pros

  • Jugabilidad rápida y visceral con una patada increíblemente satisfactoria
  • Estética visual llamativa, grotesca y única
  • Gran variedad de calzado con efectos que cambian el estilo de juego
  • Música electrónica intensa que refuerza la acción

- Contras

  • Niveles complejos que rompen el ritmo y frustran
  • Controles y colisiones imprecisas, especialmente al saltar
  • Progresión forzada y mal balanceada
  • Algún que otro bug o bajón de rendimiento
80Sobre 100

Anger Foot: precio, plataforma y dónde comprar

Anger Foot
PlataformaPS5 y PC
Plataforma analizadaPS5
Fecha de lanzamiento1 de julio
DesarrolladorFree Lives
GéneroAcción
IdiomaTextos y voces en castellano

Anger Foot es un frenético juego de acción en primera persona desarrollado por Free Lives. Su protagonista usa principalmente poderosas patadas para abrir puertas y eliminar enemigos por medio de una ciudad caótica y estilizada con estética urbana y neón. El juego mezcla combate veloz con un estilo visual vibrante y exagerado. Cada nivel es un laberinto lleno de enemigos, obstáculos y ritmo trepidante, ideal para sesiones rápidas y llenas de adrenalina. El jugador puede recoger armas de fuego, pero la patada sigue siendo el arma más distintiva y eficaz.

Un juego con premisa sencilla y alma arcade

La historia del juego es tan absurda como intencionadamente irrelevante: el protagonista, un sneakerhead obsesionado con su colección de zapatillas, emprende una cruzada violenta por la ciudad de Shit City (Ciudad Vertedero) para recuperarlas. La ciudad, dividida en zonas controladas por pandillas temáticas, se convierte en el escenario para niveles cortos y vertiginosos en los que el jugador debe eliminar enemigos con patadas, armas recogidas al vuelo y el impulso puro de la adrenalina.

El eje jugable es claro: se trata de un FPS en primera persona con un enorme énfasis en las patadas, el movimiento agresivo y la experimentación con diferentes tipos de calzado, cada uno con habilidades únicas. Desde zapatillas que otorgan doble salto hasta tacones que convierten los objetos lanzados en armas letales, los zapatos funcionan tanto como potenciadores como incentivos para rejugar niveles desde nuevas perspectivas. En su mejor momento, Anger Foot brilla cuando obliga al jugador a cambiar de estrategia por completo, ofreciendo pequeñas remezclas de su propio caos interno.

Uno de los mayores puntos de discusión que rodea a Anger Froot es su transición desde una demo celebrada —irreverente, punk, salvaje y directa— a un juego completo que, aunque más largo y “bien hecho”, pierde parte de esa esencia. En su versión inicial, el juego era una rave jugable: enemigos que bailaban sobre tu cadáver al matarte, música gabber atronadora que te empujaba a no parar de moverte, y un ritmo frenético que no pedía permiso.

El juego final, sin embargo, cae en lo que podría llamarse el síndrome del buen diseño al añadir progresión lineal con desbloqueo de zapatillas a través de estrellas, objetivos secundarios inconsistentes, zonas narrativas vacías que rompen el flujo del juego, y niveles más intrincados que no siempre respetan la lógica de su premisa arcade. Así, el motivo para repetir niveles ya no es el deseo intrínseco de superar una marca de tiempo o hacerlo solo con patadas, sino cumplir con una checklist que no siempre puede ser divertida.

El caos refinado hasta el desencanto

Anger

Un juego desenfrenado de patear puertas y culos

El diseño de niveles, aunque visualmente estimulante, sufre cuando se vuelve demasiado complejo. Anger Foot quiere ser rápido, directo y fluido, pero su estructura a menudo obliga al jugador a memorizar patrones, emboscadas y ubicaciones, interrumpiendo el flujo natural. El resultado es que un juego que debería premiar la agresividad y la improvisación se convierte, a ratos, en una experiencia de prueba y error frustrante.

Las hitboxes poco claras, colisiones inconsistentes y controles que se sienten torpes en momentos clave (como al saltar entre tejados) agravan el problema. La fragilidad del personaje principal, que puede caer con un par de disparos, es coherente con la fórmula de riesgo-recompensa, pero se vuelve frustrante cuando se combina con fallos técnicos, bugs de físicas y bajadas de rendimiento, algo que por suerte no sucede con regularidad.

Donde el juego destaca sin ambigüedades es en lo visual. Su estética grotesca y colorida, que recuerda a las animaciones más irreverentes del estilo Adult Swim o Gorillaz, está repleta de detalles cómicos, enemigos absurdos y escenarios saturados de personalidad. La ciudad de Shit City es un lugar repugnante y fascinante al mismo tiempo, una especie de caricatura violenta de una distopía urbana donde todo vale.

Sin embargo, ese mismo estilo puede resultar repelente. Su humor escatológico —entre lo absurdo y lo infantil— no será del gusto de todos. Para quienes disfrutan de un tono burdo y despreocupado, Anger Foot es una joya estilizada. Para quienes buscan algo más inteligente o sofisticado en su irreverencia, puede parecer una broma alargada más allá de su punto de gracia.

Música, ritmo y energía

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El ritmo de la música es acelerado con bajos fuertes

Uno de los elementos clave de la demo fue su música, inspirada en los beats más duros de la escena rave neerlandesa. Esa misma energía sigue presente en el juego completo, pero con menos contundencia. Las composiciones tienden a repetirse, y lo que antes era una banda sonora vibrante que te impulsaba a jugar, ahora puede parecer un ruido de fondo sin alma para algunos jugadores. De hecho, las comparaciones con la demo demuestran que los enemigos bailan menos al matarte.

Dicho esto, la dirección de audio tiene detalles exquisitos, como efectos únicos para cada tipo de calzado (los pasos de los zapatos de payaso o los pies descalzos, por ejemplo), que demuestran un nivel de cuidado sorprendente. Este conjunto es uno de sus elementos más distintivos con beats gabber, techno industrial y ritmos electrónicos agresivos que buscan acompañar el frenesí del juego.

En sus mejores momentos, el soundtrack no solo ambienta, sino que impulsa la acción, sincronizándose con las patadas, disparos y explosiones para crear una experiencia sensorial potente. Incluso los pasos del protagonista varían dependiendo del calzado, desde zancadas pesadas hasta honks de zapatos de payaso, lo que demuestra un cuidado notable en el diseño sonoro. Este enfoque ayuda a sostener el tono irreverente y estilizado del juego, haciendo que cada nivel se sienta como una pista de baile distorsionada y violenta.

Sin embargo, esa energía inicial se va diluyendo a medida que avanza la campaña. En lugar de mantenerte en un estado de trance jugable, la experiencia puede volverse monótona o incluso molesta, especialmente cuando el diseño de niveles exige lentitud y precaución. La rave se transforma en una fiesta cansada, y con ella se desvanece parte del alma del juego.

Así es el salto del juego a PS5

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El objetivo es llegar hasta el final con vida

Anger Foot llega a PlayStation 5 con fuerza, patadas y una buena dosis de caos. Esta versión conserva toda la identidad violenta y estilizada que hizo destacar al título en su debut original, pero además aprovecha con inteligencia las capacidades del DualSense para ofrecer una experiencia aún más inmersiva. El resultado es un port que no reinventa nada, pero sí refuerza los mejores elementos del original con detalles sensoriales que lo hacen sentir más inmediato, más visceral y, en algunos momentos, más divertido.

El rendimiento técnico hace que el juego se comporte con dignidad en PS5 al funcionar a 60 FPS y 1080p, sin grandes ambiciones gráficas pero con una estética fuerte y definida. El estilo visual caricaturesco, colorido y grotesco está intacto, aunque se notan ciertos bordes irregulares si te acercas mucho a la pantalla. Por suerte, en el fragor del combate todo eso pasa a segundo plano, pues lo que importa aquí es el ritmo, y Anger Foot lo mantiene con soltura, salvo por alguna bajada puntual de framerate en niveles especialmente cargados.

Donde realmente brilla esta versión es en su implementación del DualSense. Los desarrolladores han hecho un uso inteligente y no intrusivo de las capacidades hápticas del mando. La vibración responde al ritmo de la música, generando una inmersión sensorial poderosa. El touchpad cambia de color según la salud y la ambientación del nivel, y los gatillos adaptativos varían su resistencia al disparar o patear, reforzando el impacto físico de cada acción. No es revolucionario, pero sí lo suficientemente inmersivo como para marcar una diferencia real respecto a jugar con un mando convencional o con teclado y ratón.

Los mismos problemas de la versión original siguen presentes: algunos niveles se sienten más largos de lo necesario, lo que atenta contra la filosofía de “prueba rápida y reinicio inmediato”. El gunplay, aunque funcional, carece de la precisión o profundidad que uno podría esperar, y a veces los hitboxes generan cierta frustración. Sin embargo, al jugar en consola y con expectativas ajustadas, esos defectos se sienten menos graves que en la versión de PC.

Lo que también se mantiene firme es el espíritu de rejugabilidad. Cada nivel tiene objetivos secundarios, puntuaciones a batir y rutas alternativas por descubrir. La naturaleza arcade del título lo hace ideal para sesiones cortas, donde en 20 minutos puedes resolver tres niveles o pasar media hora intentando conseguir un récord perfecto. Pero también se presta para maratones impulsadas por la adrenalina. El juego no se agota rápido, aunque sí puede llegar a sentirse repetitivo si no conectas con su propuesta.

Conclusiones de Anger Foot

Anger Foot es, en muchos sentidos, víctima de su propia ambición por convertirse en un “juego completo” bajo los estándares del diseño moderno. En su intento por estructurar, balancear y extender una experiencia originalmente punk y desbordada, pierde parte de su alma. La demo era una bomba de energía y caos con corazón; el juego final, aunque competente y disfrutable para algunos, se siente como su versión domesticada.

Esto no significa que Anger Foot sea un mal juego. De hecho, su propuesta sigue siendo singular, su ejecución visual es impecable y para un nicho específico —el jugador perfeccionista amante del estilo por encima de la sustancia— puede ser una experiencia gratificante. No obstante, también es un ejemplo de cómo a veces “mejorar” un juego puede significar, en realidad, quitarle lo que lo hacía especial.

En resumen, Anger Foot en PS5 es un port que hace las cosas bien, aunque no trae contenido adicional ni ofrece mejoras gráficas sustanciales, ya que no lo necesita. Lo que ofrece es una experiencia sólida, divertida, ruidosa y violenta, que se beneficia de las virtudes del DualSense y se adapta bien al ecosistema de consola. Si no lo jugaste en PC, esta es una oportunidad ideal. Si ya lo tienes, quizás solo valga la pena si eres un completista o un fan del juego que quiere experimentarlo con otra capa de inmersión.

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