Pensé que sería un nuevo éxito del mercado chino en los videojuegos y me ha parecido una castaña de época. Análisis de Where Winds Meet en PS5 Pro
Where Winds Meet no impresiona como anticipaba de manera previa a su lanzamiento y se estampa en un juego que se pierde en sus propias ideas
Where Winds Meet llegó con una promesa tan épica como las leyendas de artes marciales chinas que intenta emular. Presentado como un vasto sandbox de acción y rol ambientado en la Dinastía de los Diez Reinos, el juego comenzó con muy buen pie, asombrando al público con vídeos que mostraban un sistema de combate fluido, exploración vertical sin límites y una libertad de acción pocas veces vista en el género de mundo abierto. De esos juegos que ves y dices que es imposible que llegue a ser real. La posibilidad de ser un ermitaño sanador, un herrero o un asesino letal en un mapa de escala continental era, sin duda, un caramelo irresistible.
Sin embargo, la realidad de la versión final es un duro golpe contra las expectativas que se habían generado desde su anuncio oficial. Tras horas de inmersión en su vasto mapa, Where Winds Meet revela ser un proyecto que, si bien tiene una base sólida de talento y diseño visual, fracasa en la ejecución de sus sistemas más complejos. La jugabilidad se vuelve monótona, el combate, a pesar de su complejidad inicial, se reduce a la repetición de combos y su narrativa central se pierde en un mar de misiones secundarias superficiales y errores técnicos.
Desde luego, este no es el sandbox definitorio que esperaba. Hay que reconocer que es un esfuerzo admirable que simplemente no logra ensamblar sus ambiciosas piezas. La nota final refleja la decepción entre la magnitud de su promesa y la mediocridad de su entrega. Te lo cuento todo en el análisis completo de Where Winds Meet en PS5 Pro.
Where Winds Meet: precio, plataformas y dónde comprar
| Where Winds Meet | |
|---|---|
| Plataforma | PS5 y PC |
| Plataforma analizada | PS5 |
| Fecha de lanzamiento | 14 de noviembre |
| Desarrollador | Everstone Studio |
| Género | Sandbox |
| Idioma | Voces en inglés y textos en español |
El ambicioso título sandbox de acción y rol, Where Winds Meet, desarrollado por Everstone Studio, lanzado 14 de noviembre, está disponible para PS5 y PC, siendo la versión de PS5 la utilizada para el análisis. Este título de mundo abierto busca ofrecer una experiencia profunda en la que el jugador forja su propio camino. El apartado de idiomas incluye voces en inglés para los diálogos, mientras que la accesibilidad para el público hispanohablante está asegurada con textos completamente en español. Su lanzamiento es uno de los más esperados en el género sandbox de finales de año.
Un lienzo épico en una experiencia vacía
El mundo de Where Winds Meet es, a primera vista, su mayor logro. La recreación de la China antigua durante la caída de la Dinastía Tang es visualmente espectacular, con biomas que varían desde frondosos bosques de bambú hasta bulliciosas ciudades históricas. El uso de la exploración Wuxia (artes marciales chinas) es clave: puedes correr por los muros, planear y saltar a alturas imposibles, dando una sensación de libertad vertical que es refrescante en el género.
Pero aquí es donde he encontrado el primer gran problema de Where Winds Meet, pues su propia escala supera al contenido. El mapa es inmenso, sí, pero la densidad de eventos significativos no es suficiente. Gran parte del tiempo se dedica a recorrer largas distancias entre puntos de interés que, al final, resultan ser pequeñas misiones repetitivas o coleccionables genéricos, algo imperdonable para un videojuego que pretende sentar cátedra en el género de mundo abierto.
El diseño de misiones secundarias cae rápidamente en la fórmula de recadero o eliminar objetivos, sin la calidad narrativa que justifique la inversión de tiempo en cumplirlas. Se prometió que el jugador podría forjar su propia leyenda, pero la mayoría de las interacciones se sienten triviales y vacías, con lo que es fácil aburrirse en el transcurso de la aventura. La prometida libertad de cambio de profesión (ser médico, astrólogo o herrero) resulta ser un minijuego rudimentario que apenas afecta la narrativa o la economía del mundo de manera perceptible, otro aspecto imperdonable para darle personalidad tanto al personaje, totalmente anodino, como a la propuesta en sí. El mundo se siente vasto, pero curiosamente, vacío de propósito y consecuencia.

La construcción de su mundo se va diluyendo con el paso de las horas.
Otro aspecto frustrante es la falta de reactividad del entorno ante las acciones del jugador. A pesar de la ambición, las decisiones morales o profesionales de Towa rara vez tienen un impacto duradero más allá de una línea de diálogo fugaz. Esto rompe la ilusión de generar un sandbox vivo, limitando la experiencia a un parque temático gigante donde los elementos decorativos son hermosos, pero pasivos. El potencial de crear tu propia historia se diluye cuando el juego te empuja constantemente a la misma línea argumental principal o a tareas mundanas. Difícil aguantar decenas de horas con una premisa como esta.
Combate monótomo, pero eficaz

El combate es ágil y con tantas opciones que puede abrumar.
El combate en Where Winds Meet fue una de las joyas de la corona en su presentación, generando un impacto brutal entre todos los que observaron el juego por primera vez. Con un sistema que permite la combinación de docenas de estilos de lucha, armas y habilidades Qi (energía interna), la promesa era una experiencia de combate profunda y versátil, comparable a las mejores películas de artes marciales. Sin embargo, la realidad es menos poética. Si bien la animación de cada movimiento es fluida y visualmente impactante, el núcleo del combate adolece de dos fallos críticos que, en la versión analizada de PS5, resultan fatales.
En primer lugar, un agresivo input lag en combate. En la versión de PS5, y especialmente en combates multitudinarios o en modo rendimiento, se percibe un ligero pero crucial retraso entre la pulsación del botón y la acción en pantalla. En un juego donde el parry y la esquiva precisa son esenciales, este retardo destruye la fluidez y castiga al jugador de forma injusta. Este problema técnico es inaceptable para un juego de acción con tanta dependencia del timing perfecto.

Las batallas contra jefes son el clímax de la propuesta.
Y en segundo lugar, hay un frenazo en el sistema de progresión que vuelve el combate monótono. A pesar de la amplia variedad de estilos, el meta del combate se reduce rápidamente a la repetición de los dos o tres combos de mayor daño. La mayoría de los enemigos comunes pueden ser despachados sin necesidad de variar el set de movimientos. La complejidad se vuelve una opción, no una necesidad. El jugador se siente incentivado a buscar la ruta fácil en lugar de experimentar con las docenas de estilos prometidos, reduciendo la experiencia a un hack and slash repetitivo.
Por otro lado, el sistema de habilidades Qi, que permite al jugador usar el entorno o canalizar ataques elementales, es prometedor, pero está mal implementado. Su gestión de recursos es engorrosa y los efectos visuales, aunque impresionantes, a menudo ocultan la acción real, haciendo que sea difícil seguir los patrones de ataque de los enemigos. El combate termina siendo un caos visual más que una danza estratégica. Se pasa más tiempo gestionando la barra de Qi y las pociones que ejecutando movimientos inteligentes. La puntilla a un sistema que no termina de funcionar.
Un intento de refugio en la historia que se difuma lentamente

La mitología es uno de los puntos más interesantes.
La narrativa de Where Winds Meet se centra en la turbulenta era de los Diez Reinos, un periodo rico en conflictos y leyendas. El juego establece un buen tono histórico, pero no logra mantener la coherencia narrativa. En este entorno, el protagonista es un lienzo en blanco que busca ser definido por las acciones del jugador. Sin embargo, en un juego de la magnitud de Where Winds Meet, un protagonista con tan poco carisma inicial y sin una voz definida se pierde rápidamente. Las decisiones de diálogo a menudo se sienten binarias y simplistas, sin el impacto emocional o la profundidad que sí lograron otros RPG de mundo abierto. Un tronco de manual, vaya.
Por si fuera poco, el título abruma al jugador con una cantidad masiva de información histórica y mitológica, entregada a través de documentos, NPCs secundarios y cinemáticas largas y a menudo mal dirigidas. El lore es denso, sí, pero está mal dosificado y fragmentado. El jugador se siente más como un estudiante leyendo un manual de historia china que como el héroe de una épica. Esta saturación hace que la trama principal se sienta pesada y los momentos emocionales clave no conecten con la fuerza necesaria.

Hay actividades secundarias que no aportan demasiado.
Los personajes secundarios, aunque cuentan con un estilo visual atractivo, carecen de desarrollo profundo. Son arquetipos de artes marciales que cumplen su función en la trama, pero que no dejan una huella memorable. La promesa de construir relaciones significativas con ellos nunca se materializa de forma convincente.
La colisión entre el diseño artístico y la optimización

La gran dirección artística choca con la optimización.
He realizado el análisis de Where Winds Meet en la versión de PS5 Pro, la cual debería ofrecer la experiencia más pulida en consolas. Sin embargo, es aquí donde la ambición técnica de Everstone Studio colisiona con la realidad de la optimización. Probablemente es uno de los videojuegos que más me ha crasheado desde que me dedico al sector del videojuego, haciendo que la experiencia fuera horrible en muchos momentos. En este sentido, como viene siendo habitual en la generación, el título ofrece dos modos diferentes, pero ninguno de los dos funciona de manera óptima.
- Modo Fidelidad (30 FPS): Ofrece texturas de alta resolución y un mundo más detallado, pero el framerate bloqueado a 30 FPS hace que el combate, la exploración rápida (especialmente el planeo y la carrera por muros) y el movimiento general sean lentos y poco reactivos.
- Modo Rendimiento (60 FPS): Este modo es esencial para la jugabilidad, ya que mejora la sensación del combate. No obstante, el juego sacrifica demasiado: la resolución fluctúa constantemente (escalado dinámico muy agresivo), resultando en imágenes borrosas en las texturas de fondo y en la distancia de dibujado. Además, el framerate no es estable, sufriendo caídas notables a 45-50 FPS durante los enfrentamientos masivos en las ciudades o en zonas de alta densidad vegetal.
En otro orden de cosas, el pop-in de objetos y texturas en la distancia es recurrente, rompiendo la inmersión en un mundo que depende tanto de su atmósfera visual. En una PS5 Pro, tan potente como es, no logra dominar la escala del mapa sin comprometer la estabilidad visual o el rendimiento esencial para un RPG de acción. Algo que contrasta sobradamente con el fantástico estilo artístico del que hace alarde la propuesta.

Es fácil ver pop-in y texturas irregulares en entornos abiertos.
En cuanto a la adaptación al mando DualSense es un ejercicio de compromiso frustrante. El juego intenta mapear la complejidad del teclado y el ratón a los pads y botones del mando, resultando en menús radiales anidados que son lentos de operar y una navegación por el inventario que es torpe y confusa. La microgestión de recursos, talentos y equipamiento, que es una parte crucial del juego, se convierte en un suplicio.
Por último en este aspecto, el sistema de fijación de objetivo es errático, perdiendo el objetivo o fijándose en enemigos distantes durante el caos del combate. Esta falta de precisión en el control es el último clavo en el ataúd de la jugabilidad en consola. Where Winds Meet es el ejemplo perfecto de un juego que muerde más de lo que puede masticar. Su ambición es su mayor enemigo.
+ Pros
- Una recreación visualmente espectacular de la China antigua.
- Exploración vertical fluida con un buen parkour.
- El potencial del sistema de combate.
- Contras
- Problemas de input lag en combate.
- Un mundo abierto vasto, pero vacío de contenido.
- Pobre optimización en consola con cáidas de rendimiento.
- Protagonista sin carisma y una narrativa demasiado densa.
- La complejidad del sistema de profesiones resulta superficial e irrelevante.
Valoración final de Where Winds Meet

Where Winds Meet es una gran decepción. Es un juego hermoso de contemplar, con una ambientación rica en historia y leyendas, y una ambición técnica que merece reconocimiento. Sin embargo, la ejecución del sandbox es pobre, la narrativa es dispersa y, lo más grave, el combate, que debía ser la estrella, es frustrante e impreciso debido a problemas técnicos como el input lag en PS5 y la superficialidad en el juego tardío.
La promesa de un sandbox donde cada jugador podría vivir una vida única se ve limitada por una estructura de misiones y un sistema de profesiones que no son lo suficientemente profundos para sostener el juego. El diseño de mundo abierto se siente más como una lista de tareas gigantesca que como un ecosistema dinámico y reactivo.

En comparación con otros juegos del género, Where Winds Meet carece de la narrativa impactante de Ghost of Yotei o la jugabilidad sin fisuras de Elden Ring. Se queda a medio camino: tiene la escala, pero no la densidad; tiene la complejidad, pero no la precisión. La necesidad de lanzar el juego en múltiples plataformas y cumplir con una fecha de lanzamiento parece haber forzado el envío de un producto que necesitaba, al menos, seis meses más de pulido y optimización.
El potencial está ahí, incrustado en el diseño inicial del mundo y en el sistema de artes marciales, pero la experiencia final del jugador se ve arruinada por fallos fundamentales en el rendimiento (el input lag), la interfaz y la monotonía del gameplay repetitivo en las largas horas de juego. Es un título que los amantes de la historia china apreciarán por su valor cultural, pero que los jugadores de acción y RPG encontrarán tedioso, repetitivo y mal optimizado. El viento que debía llevarnos a una nueva era del sandbox se ha quedado en una molesta brisa que no termina de abrigar.