AlfaBetaRETRO: Starflight - Lluvia de estrellas

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Alguna vez hemos comentado en esta sección o en otras que hay según qué tipos de juegos que encajan mejor en según qué sistemas, y que en buena parte se debe a que, aunque en los tiempos recientes se han pulido las fronteras hasta casi borrarlas, el público de ordenadores domésticos y el de consolas allá por los ochenta y noventa no era totalmente homogéneo entre sí. Cierto, nada impedía disfrutar de ambos (nada salvo, quizá la economía familiar), pero no menos cierto es que las consolas eran favoritas para los juegos de acción y en cambio los títulos más orientados a la simulación y la estrategia se decantaban por los PC y los Amiga.

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Si hubo una compañía que creyó en la igualdad entre plataformas de 16 bits, esa fue Electronic Arts. La EA de los buenos viejos tiempos, la que vio en Mega Drive una máquina a la que enriquecerle su cuota occidental con otro tipo de juegos que no fueran los habituales y siempre agradecidos arcades en 2D. EA, siguiendo la filosofía con la que nació, no dudó en hacer de la consola de Sega el hogar de varios de sus títulos más complejos en lo que a mecánicas se refiere.

Starflight fue uno de los casos más destacables. Una de esas joyas que permanecen enterradas a gran profundidad pasando desapercibidas al común de los mortales, cuya vista se va a otros títulos de mayor renombre y calado. Un juego que toma la simulación espacial, la estrategia y la exploración y las lleva por bandera de manera más que digna. Tanto como para ser a día de hoy un verdadero clásico de culto reservado a los paladares selectos de la conquista espacial.

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Estamos en el año 4620, y las cosas no pintan bien para la humanidad, ni para cualquier forma de vida de la galaxia en realidad. Un extraño fenómeno cósmico está haciendo que las estrellas de todos los sistemas estén lanzando llamaradas sin ton ni son, provocando con ello cataclismos y amenazando con destruir sus mundos cercanos. Como piloto de la corporación Interstel, esta es tu primera misión al frente de una nave que deberá explorar la galaxia en busca de recursos para su mejora y del origen de este acontecimiento, que no parece enteramente natural. Y ya que estás, deberás cartografiar el universo y encontrar nuevos mundos en los que establecer colonias, por si acaso. En tu camino encontrarás otras civilizaciones alienígenas, algunas amistosas y con información valiosa, y otras no tanto. Si juegas bien tus cartas puedes salvar el cosmos y cubrirte de gloria. Si antes no cascas tu nave como un huevo por querer aterrizar en un mundo con demasiada gravedad.

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Starflight es de esos juegos de los que es difícil hablar partiendo de cero. No es algo malo, al contrario, es algo que más pronto es muy bueno. Porque es un juego que no es nada común en Mega Drive, y osaría decir que pocos hay de su estilo en consolas de 8, 16 y hasta de 32 bits. El motivo es que Starflight es a la vez un adelantado a su tiempo y un hijo de éste, una paradoja temporal hecha juego que nos saluda desde dos años distintos a la vez: 1986, cuando vio la luz el original de PC a manos de Binary Systems, y 1991, año en el que su editora Electronic Arts decide llevarlo a Mega Drive. Para entonces ya se había llevado a Atari ST, Amiga, ordenadores Apple y Commodore 64, sistemas en los que estaba como pez en el agua. No en vano, Starflight tiene elementos de simulación, de estrategia y de juego de rol, todo en uno. Y todos hacían las delicias de los usuarios más dedicados a las experiencias hardcore en los ochenta.

La temática espacial no es para nada extraña en los videojuegos. De hecho, ha sido de las que más se ha prestado para explorar nuevas mecánicas e innovar en ellas. Starflight, para ser un juego de hace 31 años, bien podría ser el precursor de juegos como No Man’s Sky o Mass Effect en ciertos aspectos, porque además de haber aventura, tener que mejorar nuestra nave y nuestra tipulación, y hasta ciertas partes de microgestión, deja a discreción del jugador el explorar el espacio como le apetezca.

El juego comienza teniendo que bautizar al capitán de la nave que salvará a la galaxia y a la valiente tripulación que llevará a bordo, con hasta 5 miembros para otros tantos puestos duchos en las respectivas habilidades necesarias ( navegación, comunicaciones, medicina, ingeniera y ciencia) pertenecientes a cuatro posibles especies, o bien ser androides. Aunque éstos no pueden progresar en sus habilidades, al contrario que los humanos, los insectoides Velox, los reptilianos Thrynn o los vegetales Elowan. Como parte de la flota de la corporación Interstel, recibiremos mensajes en ciertas fechas que nos darán pistas sobre ciertas localizaciones interesantes o a evitar, y es que parece ser que en cierto cuadrante están desapareciendo naves. Si estás pensando que ahí es donde hay que investigar… estás en lo cierto.

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Pero antes hay que prepararse a conciencia. Y eso en Starflight se hace, literalmente, a pico a pala. Cuando ya te hayas asegurado de comprar los materiales y módulos que te vayan a hacer falta para tu viaje, ya puedes salir al espacio y poner rumbo a alguno de los planetas del sistema en que te encuentres para entrar en su órbita, llevar a cabo un escáner de su composición y ver si merece la pena bajar. Fijate la de cosas que hasta ahora plantea el juego para tener en cuenta y solo es el comienzo. Hay más, y es que los mundos pueden ser muy inhóspitos y el aterrizaje no es automático. Es decir, prepárate para fuertes vientos, terremotos, erupciones de lava, criaturas salvajes, gravedades anómalas que puedan aplastar la nave, y en definitiva, de todo lo que pueda pasar. Si por el contrario, el planeta es un vergel habitable y apacible como una balsa de aceite, Interstel te premiará por registrarlo y dar sus coordenadas para poder establecer una colonia.

Por lo demás, lo que te tiene que preocupar es reunir recursos. Así que conviene mandar el vehículo terrestre a, de nuevo, escanear la superficie, encontrar vetas de minerales, excavar, llenar los depósitos, subirlos a las zonas de carga de la nave, repostar combustible, y vuelta a empezar hasta que la bodega esté bien rebosante. Algunos de esos pedruscos se pagan bien y el Endurium que alimenta la nave no crece en los árboles. Lo que es más, si mejoras tu nave lo bastante como para poder analizar más en profundidad, es posible que puedas echar el guante a determinados artefactos que confieren interesantes ventajas. El peligro es que tu vehículo terrestre se pierda, se quede por ahí sin combustible, se hunda en una sima… en fin, cosas que pasan. Al menos, tu nave puede lanzar una señal de socorro y ser rescatada y llevada a la base.

La profundidad que tiene Starflight es algo que enamora a los más afines a este tipo de juegos, que no llegan a ser un 4X pero no se quedan muy lejos. En realidad, Starflight cumple con las condiciones de explorar, explotar y expandir, pero lo que se dice exterminar, aunque también podemos entrar en batalla, no se termina de rematar porque el asunto no va de erradicar otras especies, sino de relacionarse con ellas. Y es que cuando el sistema se nos quede pequeño, y siempre que tengamos combustible suficiente, podremos saltar a otros, aprovechando agujeros de gusano para poder trasladarnos a otras zonas, pero encontrando de camino naves alienígenas que querrán comunicarse o directamente subirán sus escudos e intentarán destruirnos. Nosotros, claro, podemos hacer lo propio, o intentar un diálogo que puede llevar a un intercambio de información muy provechoso.

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Solo con estas mecánicas, Starflight ya da para un juego interesante y profundo, que no es gran cosa técnicamente pero que no necesita de vistosos gráficos ni de un espectacular sonido. Pero es que hay más. El juego tiene un trama principal, recordemos ese asuntillo de las erupciones solares, y realmente hay una manera de concluir la historia y pasar a un post-juego en el que, ya sí, tenemos el universo a nuestra disposición para explorar. Si conseguimos descubrir que, ojo spoiler, hay en efecto una civilización residente en un cierto mundo cristalino que está causando las reacciones estelares y, ojo otro spoiler, llevamos a cabo un necesario genocidio reduciendo a polvo cósmico dicho planeta hostil con ciertas artefactos seremos héroes.

Starflight es un juego que el público de consola de 1991 puede ver con recelo como algo complicado, y es que es fácil que la primera media hora se pase intentando comprender su funcionamientos. Pero al mismo tiempo es un cartucho que tiene una gran profundidad y mucho que ofrecer. No es un Streets of Rage II ni un Thunder Force IV, pero siempre hay momento para cada cosa. Incluso para surcar las estrellas.

Juan Elías Fernández

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