Análisis de Tchia - Claramente, una isla con misterio

El mercado indie no parar de abrirse puertas en el mundo del videojuego con innumerables propuestas muy variadas para que los millones de usuarios que disfrutan a diario del sector del ocio interactivo puedan contar con un amplio catálogo de opciones. Tchia se encuadra en este escenario: una apuesta de un estudio pequeño para ofrecer algo diferente y que sea capaz de encandilar a los jugadores de PS5, PS4 y PC, plataformas en las que estará disponible. Nosotros ya hemos podido adentrarnos en su archipiélago para descubrir qué tiene que ofrecer mediante su análisis más completo.

A modo de anticipo, Tchia es un título que busca la originalidad mediante los poderes de su joven protagonista, aunque acaba perdiéndose en sus parecencias con otras apuestas como Summer in Mara o Alba: A Wildlife Adventure, además de cumplir con todos los clichés criticables de un juego que abre su espacio para la libre exploración del usuario. Es gratificante adentrarse en su mundo basado en Nueva Caledonia, pero con el paso de las horas se transforma en algo genérico que va perdiendo el norte de su brújula y eso, para un título de bajo presupuesto y sin mucho renombre, puede ser una losa difícil de soportar.

• Tchia: precio, fecha de lanzamiento, plataformas y dónde comprar
• Tchia, la enésima apuesta por una joven protagonista en un mágico mundo
  • La exploración libre como axioma fundamental
  • Un viaje espiritual llevado al sentido más literal
  • Actividades secundarias de lo más variadas
  • Muy bello en lo técnico, pero con ciertos problemas visibles
• Valoración final de Tchia

Tchia: precio, fecha de lanzamiento, plataformas y dónde comprar

Tchia es un videojuego indie desarrollado por el estudio Awaceb, con lanzamiento el 21 de marzo de 2023 en PS5, PS4 y PC. Se trata de una aventura de mudno abierto en la que se acompaña a Tchia, una joven que debe emprender un viaje para intentar liberar a su padre. Cuenta con textos en español y voces en el idioma propio de Nueva Caledonia y en francés.

Tchia, la enésima apuesta por una joven protagonista en un mágico mundo

Los videojuegos también se basan en tendencias y hemos vivido épocas de todos los colores y temáticas que se han convertido en una costumbre a través de numerosos estudios que han apostado por ellas. Pasados los momentos de los zombis, la cultura nórdica y el terror espacial, las propuestas centradas en lugares paradisíacos con tintes mágicos y protagonizadas por una joven, también se están convirtiendo en una constante en el mercado indie. Y aquí es donde se sitúa Tchia, la obra de Awaceb, que destaca por ciertas virtudes y se pierde en otros problemas que arrastran los juegos que se engloban en este género.

La parte positiva con la que cuenta Tchia es que llega de lanzamiento a PlayStation Plus Extra, por lo que todos los suscriptores al servicio de Sony podrán probarlo sin coste extra y adentrarse en ella, lo que apunta a que impulsará su llegada al mercado y permitirá a todos aquellos que quieran acercarse por la curiosidad y quedarse si así lo desean y les convence su premisa.

La exploración libre como axioma fundamental

El mundo abierto e Tchia cuenta con ciudades y poblados variados.

Por lo primero que quiero comenzar es por uno de los aspectos fundamentales de Tchia: la exploración. Tras unos primeros compases a modo de tutorial, el juego tiene claro cuál es su objetivo y quiere que seas tú quien descubra todo lo que tiene que ofrecer con las pocas herramientas que te han dado en el inicio. Por supuesto, hay misiones principales, secundarias y otros objetivos que se pueden cumplir, pero la ausencia de un mapa convencional, provoca que en los primeros instantes te pierdas entre el mundo abierto y no sepas muy bien lo que debes hacer, por lo que son instantes en los que te dedicas a descubrir qué es lo que te vas a encontrar en este archipiélago basado en Nueva Caledonia.

Y lo cierto es que una vez que te adentras en él, descubres cómo esos tintes de originalidad empiezan a descoserse entre los diferentes clichés que acostumbran los mundos abiertos. Sistema de atalayas, viajes rápidos poco ortodoxos y que restan tiempo, mazmorras, pequeñas actividades y consumibles que amplían la resistencia de la protagonista. Todo lo que se puede ver en el mundo de Tchia respira ese ambiente del que ya empezamos a cansarnos en los mundos abiertos y eso le pesa durante toda la aventura, principalmente por los muchos iconos que se van reuniendo en la brújula que se instaura como el punto de referencia. Un punto de referencia, además, que no indica donde te sitúas en tiempo real, ya que depende del último cartel de dirección que hayas estudiado, con lo que puede resultar difícil orientarse en ciertos momentos.

Los atardeceres de Tchia son realmente bonitos.

Lejos de lo comentado, obviamente también se intentan coger ciertas ideas de uno de los grandes maestros del género de mundo abierto en los últimos años, The Legend of Zelda: Breath of the Wild. Y es que la protagonista también cuenta con un sistema de resistencia para acciones como la escalada, el vuelo en paravela y una interacción con el entorno muy similar a la aventura de Link en Nintendo Switch. Como es lógico, sus propuestas son totalmente diferentes, pero la inspiración está más que clara, aunque con una ejecución menos sublime de lo que se pudo ver en el título de la compañía japonesa. Tchia es un juego entretenido, que te invita a explorar y descubrir, pero sin esos ingredientes clave para ofrecer opciones diferentes a medida que se avanza.

Y eso que el juego se esfuerza para ello, ya que poco a poco se van introduciendo herramientas como el tirachinas, el ukelele, la posibilidad de tallar totems para acceder a mazmorras y otras virtudes de la joven protagonista para ofrecer más opciones durante la aventura. No obstante, en un título que quiere ampliar sus opciones mediante la construcción de un mundo abierto, repetir siempre el mismo patrón resulta contraproducente, porque ante un terreno tan amplio, no es positivo repetir ciertas prácticas cuando puedes dedicar centenas de horas recorriendo su mundo. Al menos, hay algo totalmente original que sí que ofrece esa diversión sin límites que cabría esperar de todas sus mecánicas.

Un viaje espiritual llevado al sentido más literal

Tchia tiene la capacidad de transformarse en animales, como la tortuga que ves.

Y es que Tchia tiene la capacidad de realizar saltos astrales para transferir su alma a la de prácticamente cualquier objeto o animal que se cruce en su camino. ¿Alguien recuerda aquel juego de un chamán que podía controlar animales mediante sus ritos? Pues no, no es que estemos ante WiLD, pero sí que es un juego que cumple con esa premisa en la que se puede controlar a un ciervo, una paloma, una trucha, un cangrejo o un jabalí, entre otras muchas cosas. Pero no se queda ahí la cosa, porque Tchia también puede transformarse en un coco, una roca o incluso una lámpara de aceite con la que provocar explosiones.

Y quiero centrarme en este último punto para comenzar con este apartado, ya que es el método de combate del que dispone el juego que, si bien es algo residual y que no es el punto central de la aventura, también supone una parte importante de la jugabilidad. Es un combate muy poco común y que resulta raro en un inicio, pero la capacidad de realizar esos saltos astrales supone un arma para combatir a los diferentes enemigos que se pueden encontrar en sus bases en el mundo abierto. De hecho, esa ausencia de combate, salvo en entornos muy específicos, provoca que el mundo abierto se encuentre vacío en muchos puntos, por lo que te enfrentas a momentos en los que no tienes nada que hacer.

Los gatos tienen la capacidad de usar visión nocturna.

Con ello, en muchas situaciones recurres a introducirte en el cuerpo de un animal para avanzar más rápido o comprobar su comportamiento. He de decir que me ha sorprendido gratamente el modelado y las animaciones de la gran mayoría de los animales que se pueden controlar, ya que con un estudio de bajo presupuesto, realizar este tipo de trabajo tan variado y único para cada una de las criaturas resulta admirable. No obstante, también hay instantes en los que he tenido la sensación de estar jugando a Goat Simulator, ya que la física de los animales los hace contorcerse de maneras inverosímiles y que sean prácticamente inmortales, por lo que te puedes lanzar por una ladera sin ningún tipo de daño, algo que sí que ocurre con Tchia.

De hecho, este sistema de física y de interacción con el entorno son uno de los grandes problemas que he advertido en Tchia, ya que el sistema de escalada apenas tiene sentido cuando puedes escalar una montaña prácticamente perpendicular sin la necesidad de utilizarla. Este tipo de física hace que el juego pierda la gracia en algunas de sus mecánicas, porque si bien hay numerosos frutos que provocan que la resistencia de la protagonista vaya aumentando, este ejemplo lo deja en algo inútil. Situación similar la del vuelo en paravela, ya que se puede dejar caer en picado a la joven y abrirla de nuevo para amortiguar el golpe, con lo que tampoco es de gran utilidad ese sistema de resistencia.

Los ciervos son animales ideales para recorrer grandes cantidades de terreno.

De hecho, casi resulta más acertado dedicarse a aumentar el tiempo en el que se puede poseer a los animales y objetos, porque ahí sí que se obtiene un mayor beneficio de su uso, con lo que la dinámica que se pretendía imponer desde el estudio se termina rompiendo en favor de jugar más tiempo con otro tipo de criaturas que con una protagonista a la que se le han otorgado innumerables opciones de personalización. Tchia termina siendo un estorbo en el desplazamiento por el mundo abierto, porque incluso disponiendo de una barca para poder moverse entre islas, a veces es mejor poseer a un pez para navegar sin ningún tipo de problema por el mar.

Actividades secundarias de lo más variadas

Los temas musicales son uno de los contenidos secundarios más presentes en Tchia.

Para que Tchia no pierda esa presencia y pueda realizar acciones propias, los chicos de Awaceb han introducido algunos minijuegos en los que la joven debe estar presente. No cabe duda de que son actividades interesantes, pero una vez que has superado una, no varía mucho en las sucesivas. Hay campos de tiro con el tirachinas en los que hay que acertar a diferentes objetivos para alcanzar una puntuación. Por otro lado, también se pueden realizar carreras en la balsa, pasando por diferentes puntos del recorrido en un tiempo determinado.

Una de las actividades secundarias más comunes en estos términos es la posibilidad de tocar melodías musicales con el ukelele y otros instrumentos típicos de Nueva Caledonia que se pueden encontrar a lo largo de la aventura. Siguen el clásico sistema de pulsar una tecla y el botón de dirección según cada nota, por lo que si te gustan este tipo de actividades quedarás encantado, ya que son bastante numerosas durante todo el juego. Por último, también está la talla de tótems que mencionaba anteriormente, en la que hay que elegir diseños que abren mazmorras con ciertas recompensas -en su mayoría estéticas- que aguardan en su interior.

Tallar los tótems es crucial para encontrar mazmorras.

También hay otro tipo de actividades como la de conformar estructuras de piedra que permiten tener acceso a nuevas melodías, puestos de comida para comprobar algunos de los platos típicos de lugar y más opciones como bucear para encontrar perlas y más tareas de menor grado. Las opciones son múltiples, de eso no cabe duda, aunque con el paso del tiempo ya son algo mecánico.

Muy bello en lo técnico, pero con ciertos problemas visibles

Tchia cuenta con entornos muy bonitos en su mundo.

Por último, como suele ser habitual, toca hablar del aspecto visual y lo técnico. Es innegable que Tchia es un juego muy bello y plástico, con una paleta de colores espectacular que saca a relucir todo el potencial del HDR, en caso de que tu televisor disponga de dicha tecnología. Su entorno es especialmente bonito y acogedor, por lo que no hay mucho que reprochar a la dirección artística, que ha escogido un ambiente veraniego y desenfadado que le sienta que ni pintado al título. Sin embargo, en la parte técnica no es capaz de cumplir del mismo modo en todo momento.

Y es que el mal endémico al que se enfrenta prácticamente cada videojuego que llega al mercado en la actualidad, también está presente en Tchia. El maldito pop-in hace acto de presencia en muchos momentos, especialmente si recorrer el mapa a grandes velocidades con un ciervo o con un ave. Además, también se advierte algún que otro error en la iluminación que provoca que los colores sean más brillantes de lo que deberían y que, en ocasiones, sean incluso molestos para la vista. Son pequeños detalles, por lo que en líneas generales el juego luce de maravilla.

Hay ciertos problemas con la iluminación en algunos entornos.

En cuanto a lo sonoro, Tchia cumple con lo que promete. Al no estar familiarizado con la cultura de Nueva Caledonia, al principio me sonaban realmente extraños los temas que componen la banda sonora e incluso aquellos que toca la propia Tchia. Sin embargo, una vez te adentras en el ambiente y en las costumbres de las gentes que pueblan el juego, es algo común y que se adapta a la perfección para generar esa atmósfera.

Valoración final de Tchia

Tchia es la protagonista del juego.

En definitiva, Tchia es un juego que busca la originalidad en un género que ya han explorado otras propuestas. La mecánica del salto astral es lo que le aporta ese toque distintivo y único, pero resulta insuficiente para desmarcarse en exceso de sus principales referentes y generar un impacto mayor. Si quieres adentrarte en su mundo, has de saber que encontrarás diversión y un gran número de actividades, pero en su conjunto puede que te decepcione con el paso de las horas al no encontrar suficientes motivos para quedarte que no sea repetir una y otra vez el mismo patrón. Si tienes una suscripción activa a PlayStation Plus o Premium, dale una oportunidad, porque es un juego que se presta a las mil maravillas a este tipo de propuesta.