He jugado a Metal Gear Solid Delta: Snake Eater y me he encontrado intacta una joya de hace 20 años

Cuando me senté frente a la pantalla con Metal Gear Solid Delta: Snake Eater, se me pasaron muchas cosas por la cabeza. Era una transición extraña entre un chaval que estaba a punto de descubrir una saga legendaria y una persona con muchos más años (y menos pelo) probando el nuevo lanzamiento de Konami en Londres. Mis dos versiones unidas por la pasión a un juego en concreto que en esta nueva versión ha mantenido intacta la esencia del original.

En 2004 habría flipado en colores si viese Metal Gear Solid 3 como lo ví hace unas semanas, pero 20 años después, ha cambiado mucho dentro de la industria. Este remake ha optado por mantener la fidelidad a toda costa, y eso tiene también su parte negativa. Si fuiste como yo una persona que disfrutó mucho del lanzamiento original, esta será una emotiva vuelta a casa, pero si no... creo que se te puede hacer bola. Es un juego que luce espectacular pero al que se le notan los veinte años a su espalda cuando tenemos el mando en las manos. Una de cal y otra de arena.

Snake aterriza en MGS Delta: Snake Eater

Al final de la La Segunda Guerra Mundial, el mundo estaba partido en dos: Este y Oeste

La secuencia inicial de Metal Gear Solid Delta: Snake Eater nos transporta de nuevo 20 años atrás. El nuevo apartado gráfico que viene de la mano de Unreal Engine 5 hace que todo se vea increíblemente mejor que entonces, pero todos los diálogos originales, todos los planos están ahí. Tiene todo exactamente el mismo ritmo narrativo que el original, y de hecho, se han conservado piezas de vídeo que salieron en 2004 para enmarcar mejor el contexto histórico.

Cuando bajamos en paracaídas y vemos la jungla a nuestros pies el juego nos deja echar una ojeada en primera persona, y podemos ver cómo los escenarios, aún en largas distancias, tienen muchísima calidad. La transición de cinemática a gameplay es muy fluida, y con la mochila enganchada en una rama, nos toca recoger el equipo y preparar la "Virtuous Mission". Asumimos por primera vez el control de Jack, ahora con sobrenombre nuevo: Snake.

Combate en MGS Delta: Snake Eater

Huele a nuevo, sabe a viejo

La jugabilidad es también muy fiel al juego original, demasiado fiel. Tratándose de un remake me esperaba muchas más mejoras a nivel jugable, tanto relacionadas con el control más básico del personaje como con el combate. Sin embargo, me he encontrado con casi lo mismo que experimenté hace 20 años. El espectacular apartado visual choca con una paleta de control que todavía arrastra problemas de PlayStation 2. Si eres como y tenías afinada ya la memoria muscular no vas a tener problema, pero si eres más joven y entras a esta saga por primera vez... te va a costar.

El movimiento no acaba de ser del todo preciso, y aunque el combate sí que presenta alguna que otra mejora con el apuntado, no creo que justifique la calificación de "remake". Remake visual por supuesto, pero jugable... no tanto. Creo que este juego se habría beneficiado de un enfoque de movimiento parecido al de Metal Gear Solid 5, mientras intenta mantener la esencia de la tercera entrega. Quizá fui un iluso por soñar con la jugabilidad de MGS V con la historia cerrada y pulida de Metal Gear Solid 3, pero Konami ha decidido ser conservadora en este sentido.

No digo que haya sido una mala decisión ojo, pero evidentemente es una paleta de control que ahora se siente anticuada. Creo que este es un juego para celebrar el lanzamiento original, para atraer a los fans más devotos de vuelta a la experiencia. Tratándose de la primera misión de Snake es también un buen punto de partida para todo aquel que no conozca la saga, pero es posible que la transición cueste un poco si están acostumbrados a otro tipos de juegos de acción, o de espionaje moderno sin ir más lejos.

El sigilo sigue siendo la clave

Afrontar un combate abierto en Delta penaliza igual que en el original. El juego está pensado para que Snake pase desapercibido, y las herramientas de combate en caso de alerta siguen sin estar lo suficientemente pulidas como para que sea divertido entrar a las pantallas como un elefante en una cristalería. Es mejor tomarse tiempo para analizar bien el terreno y diseñar la mejor ruta hacia el objetivo.

Podrás dormir y transportar a los enemigos

Si tienes que enfrentarte a algún enemigo, podrás hacer uso del icónico CQC o de las armas de tu arsenal. En la prueba solo pude probar la MK14, pero seguro que todas las armas del original están de vuelta. Regresan mecánicas muy interesantes como la capacidad de interrogar a los enemigos si les sorprendes apuntándoles por la espalda, o la capacidad de interrumpir las comunicaciones de un soldado si le disparas en la radio, pero hay una ausencia importante. En la prueba no fui capaz de utilizar el cuchillo estando agachado o tumbado, algo que era clave para ejecutar a los enemigos noqueados en el juego de 2004. Quizá sea una mecánica que todavía no está implementada y la veamos en el juego final, pero de momento está desactivada.

Para los fans más nostálgicos

La prueba terminó con el encontronazo con The Boss en el puente, así que no pude probar aspectos del gameplay como la curación de las heridas. Aún así, salí de allí con una cosa clarísima: Konami no ha arriesgado, y está bien.

La aventura empieza recogiendo la mochila

Si te gustó muchísimo el juego tienes latente ese sentimiento nostálgico, los gráficos renovados te permitirán disfrutar de la experiencia como nunca. La hierba y el barro reaccionan a tus movimientos, y las heridas que reciba Snake quedarán como cicatrices en el modelo del personaje hasta que termines la aventura. Son actualizaciones gráficas muy interesantes que intentan insuflar vida a un gameplay que se siente un poco anticuado, pero que esencialmente funciona. Es Metal Gear Solid 3 otra vez, solo que ahora es muchísimo más bonito.