El remake de Nosferatu no fue filmado en el castillo de Drácula, pero Robert Eggers tiene una razón para ello
La decisión de no incluir el castillo real de Drácula en el remake de Nosferatu está muy bien justificada

Desde que se dio a conocer el regreso de Nosferatu es mucho lo que se ha especulado en torno al remake, sobre todo considerando el talento de Robert Eggers al momento de recrear escenarios oscuros de épocas pasadas. Sin embargo, algunos espectadores esperaban ver al Conde Orlok en el icónico Castillo de Bran, el lugar que ha sido considerado su presunto hogar ancestral. Desafortunadamente, para ellos, el director optó por un enfoque diferente.
Al igual que la producción original, la historia está basada en la obsesión que siente un antiguo vampiro de Transilvania hacia una joven alemana. El punto diferencial radica en que Eggers prefirió un castillo ubicado en Rumania.
Un verdadero viaje a Transilvania

Es posible que todos se hayan estado equivocados con respecto al castillo de Drácula hasta este momento
A diferencia de lo que muchos pueden llegar a pensar, la elección del Castillo de Corvin no es casualidad. Esta imponente pieza arquitectónica emplazada en Hunedoara, está directamente relacionada con la tradición e historia de Transilvania.
Se sabe que el hogar del conde Orlok en la película, fue el sitio donde el príncipe de Valaquia permaneció cautivo durante siete años.
Por otra parte, desde la perspectiva del cineasta, el lugar es una fiel representación del escenario que imaginó para esta producción. Pero eso no es todo, existe una razón oculta para descartar la clásica locación utilizada en el rodaje de películas y series de vampiros.
Durante una entrevista, Eggers aseguró que el remake rinde homenaje a los escenarios que sirvieron de inspiración a Bram Stoker para escribir su obra maestra. De hecho, aunque cabe la posibilidad de que esté equivocado, considera que el libro de Emily Gerard contiene un grabado de este castillo.
De ser cierta esta hipótesis, la idea del Castillo de Drácula surgió del Castillo de Corvin, y no del Castillo de Bran como se ha creído hasta el momento.
Robert Eggers creó un mundo para Nosferatu
En 2015, Eggers llevó a la pantalla una obra maestra del terror. La bruja no solo es una de las películas de brujas más escalofriantes de todos los tiempos, sino que dejó en evidencia su inclinación hacia el cine frío y naturalista. Si bien la intención inicial fue rodar toda la película en Transilvania, la falta de presupuesto se convirtió en una barrera.
De esta manera, para superar el obstáculo se limitó a utilizar la fachada del castillo transilvano y construyó los escenarios para las tomas de interiores, mientras las escenas en exteriores fueron grabadas en el patio del castillo checo.
Una versión renovada de la historia original

Este remake podría ser, incluso, una versión más gótica
Eggers es un director con una gran tendencia a priorizar el uso de escenarios históricos. Gracias a ello cumple con el objetivo de brindar al espectador una experiencia mucho más inmersiva. El remake de Nosferatu fácilmente puede ser catalogado como una versión más gótica, la cual nació del imaginativo del director.
Asimismo, la construcción de sus propios set le otorgó el control total respecto a cada detalle visual, y la oportunidad de crear una atmósfera completamente personalizada y mucho más inquietante.
Finalmente, no podemos olvidar la inclinación del cineasta de darle a los escenarios un carácter simbólico, y transformarlos tanto en una extensión de la psique del Conde Orlok, como de la propia historia en la que se basa.
Un reconocimiento especial a historia de Transilvania
Nosferatus de Eggers rompe los esquemas de las adaptaciones existentes en múltiples sentidos. La diferencia va más allá de un simple cambio en la elección del castillo, el director pretende convertir la producción en un reflejo de la esencia que define a Transilvania.
En este sentido, se aleja de los convencionalismos y de la tradición clásica de la historia, a través de una invitación a sumergirse en detalles mucho más profundos de la obra de Stoker. Sin duda, esta visión tiene los elementos necesarios para conquistar tanto a los seguidores del conde Drácula, como a un público mucho más moderno que busca algo atractivo, diferente y, especialmente, inquietante.
Definitivamente, la elección del Castillo de Hunedoara fue una decisión audaz. Además de hablar muy bien de la creatividad e ingenio del director, la combinación de los estilos gótico y medieval en la creación de los sets le otorga un aspecto mucho más surrealista y oscuro, lo que resulta perfecto para enriquecer la narrativa y ofrecer una experiencia mucho más intensa.