¿SABÍAS QUE… alguien logró completar Sim City 3000 con una megalópolis de pesadillla?

Bienvenidos a una nueva entrega de ¿Sabías que…?, el apartado de AlfaBetaJuega dedicado a las curiosidades de los videojuegos y su historia. ¿Es posible terminar un juego que no tiene fin? Esto que parece en apariencia un sinsentido, un oxímoron irrealizable, en videojuegos sí puede tener una resolución. Y es que, en cierto modo, si conseguimos exprimir todas las posibilidades que el juego ofrece y obtener un rendimiento perfecto, técnicamente estamos completando el juego puesto que no podemos ir más allá.

Sim City 3000 es uno de esos juegos que se consideran virtualmente interminables. Virtualmente porque no hay una meta fija más allá de construir la ciudad más eficiente posible, una utopía de acero, hormigón y cristal en la que no exista el crimen, no haya revueltas, no se desperdicie tiempo en desplazamientos ni espacio y los ciudadanos vivan felices, o al menos no se quejen…
Pues bien, eso es justo lo que hace unos años logró un urbanista filipino al crear la sublimación del amplio abanico de ciudades que permite crear Sim City 3000. De entre todas las posibilidades, este usuario construyó la más eficiente. La ciudad definitiva y perfecta. Y también la más aterradora.
Esta semana te hablamos de la ciudad de Magnasanti, la cúspide de Sim City 3000, pero que dista bastante de ser una utopía. Te lo contamos tras el salto.

La ciudad de los sueños rotos
Hay juegos, muchos de ellos para PC, que ofrecen incontables horas de diversión llevándonos a probarnos a nosotros mismos sin más límite que las herramientas del propio juego y a dónde estemos dispuestos a llegar con ellas. Sim City 3000 es uno de esos juegos, y es que Will Wright y Maxis han creado toda una escuela a la hora de diseñar estos llamados “simuladores de dios”, en los que nosotros mismos creamos y regimos los designios de un mundo virtual a nuestro antojo. En este caso, una ciudad. Una ciudad que, como en el resto de entregas de la serie, bullirá con vida, presentará imprevistos y requerirá de que tomemos decisiones. Eso o podemos construir una ciudad perfecta.
Vincent Ocasla es un urbanista filipino que abordó su partida a Sim City 3000 con la idea de crear la ciudad más eficiente posible. Una ciudad en donde no hubiera espacio desperdiciado, donde sus habitantes pudieran tenerlo todo a mano y pudieran salir tranquilos a la calle de noche sabiendo que no les va a pasar nada malo. Una ciudad en donde el concepto del derroche o de la pérdida de tiempo no existe. La ciudad perfecta. Esa ciudad es Magnasanti. Y tras pasar año y medio levantándola, Ocasla puede decir, y será el único que lo diga con propiedad en todo el globo, que se ha pasado Sim City 3000.
Lo consiguió, o al menos dio testimonio de ello, allá por 2010. Fue cuando Ocasla presentó al mundo la ciudad de Magnasanti, de 6 millones de residencias en su superficie. Con 2.523.010 comercios y 644.173 emplazamientos industriales. Su población total es de más de 9 millones de habitantes que usan el metro para desplazarse por sus 400 zonas de manera eficiente y sin atascos. Magnasanti no sigue un patrón de diseño casual, sino que tiene una forma muy concreta. La del Dharmacakra, la rueda cósmica de la religión budista. Una forma que le proporcionó un diseño edificable óptimo. A lo largo de año y medio de cuidadosos cálculos, tras muchas pruebas y errores y sin hacer ni una sola trampa, Magnasanti ha llegado a ser la megalópolis definitiva de Sim City 3000. El paraíso de la eficiencia… a costa de ser el infierno del bienestar.
Magnasanti solo puede mantener su eficiencia de una manera, y es funcionando como un opresor emplazamiento totalitario que somete a sus habitantes con mano de hierro. Y es que no existe crimen en Magnasanti gracias al descomunal ejército policial que patrulla sus calles digitales. De hecho, Magnasanti no necesita ni de bomberos ni de hospitales. Solo de policía para velar contra el crimen y hacer que la población se sienta segura. Y así debe de ser, puesto que nadie se queja. Tampoco se requiera de escuelas o instalaciones deportivas, eso no ayuda a la eficiencia de la ciudad. Por otro lado, los sims que la habitan no viven más de 50 años, así que tampoco podrían llegar a organizar una llamada a la insurrección en condiciones. "Han sido embrutecidos, enfermados, esclavizados y controlados mentalmente para que el sistema siga durante miles de años; 50,000 para ser exactos. Están atrapados en el tiempo y el espacio", manifestaba entonces Vincent Ocasla en una entrevista al portal Vice.
Quizá la causa de que Magnasanti haya quedado como ha quedado esté en las referencias que el propio Ocasla tomó para concebirla. La principal es la ciudad prohibida de Kowloon, en Hong Kong, un emplazamiento amurallado fuera de la ley y carente de todo órgano de gobierno que, a su vez, toma ejemplo de un fuerte militar abandonado. Kowloon se expandió con los años hasta contar con más de 1 millón de habitantes por metro cuadrado en sus disposiciones modulares, que han inspirado el tratamiento de la superpoblación en obras de corte cyberpunk como Blade Runner, Juez Dredd o Akira. En cuanto a eficiencia, Kowloon es un uso del espacio en el que conviene fijarse. Para todo lo demás… no.
Así pues, esta expresión de megalomanía y obsesión por la eficiencia es lo que ha conseguido hacer sacar hasta la última gota de rendimiento de Sim City 3000 logrando lo que sería, de haberla, la puntuación perfecta del juego. Lo único, que es descorazonador saber que es a costa de la felicidad de sus 9 millones de habitantes. Sin embargo, gracias a su sacrificio, Magnasanti se levanta en el horizonte, majestuosa y suprema, asfixiándoles en su poderoso abrazo de productividad y urbanismo hasta que el último hálito de vida se escapa desesperadamente.
Hasta aquí esta edición de ¿Sabías que…? Es hora de regresar al bullicio del entorno mundano hasta una próxima entrega. Si es que la ciudad no nos consume antes.