Análisis de The Witcher III: Wild Hunt - Complete Edition para Switch - Pura brujería
Eran muchos los rumores, aunque muy pocos apostaban por su veracidad. Ver a Geralt de Rivia en la híbrida de la Gran N parecía algo casi imposible de imaginar, pero CD Projekt Red y Saber Interactive tuvieron que dar varios pasos al frente para hacer que la imaginación sobrara y que los hechos hablaran. The Witcher III: Wild Hunt ya está en Nintendo Switch.
Una adaptación con muchas luces, pero también con sombras. Un port que demuestra que la consola de los Joy-Con tiene dentro un potencial bastante inesperado y que nos permite disfrutar por primera vez de esta historia que terminó de cimentar el éxito del estudio polaco en formato portátil. Hemos cabalgado sobre Sardinilla a lo largo de incontables kilómetros, hemos preparado pociones para enfrentarnos a las peores criaturas e incluso hemos conocido la mejor y la peor faceta del ser humano. ¿Para qué? Para traeros este análisis de The Witcher III para Nintendo Switch.
Brujería para llevar
La versión que ha llegado a Switch del celebérrimo Witcher 3 es la más completa hasta el momento, no en vano su nombre real es The Witcher III: Wild Hunt - Complete Edition. Un lanzamiento que recopila el juego base original y que suma los DLC Hearts of Stone y Blood & Wine. Una combinación de contenido base y expansiones que suma miles de líneas de diálogo, cientos de misiones por realizar y una experiencia que puede superar el centenar de horas sin despeinarse.
Porque la tercera entrega de las aventuras, o desventuras, del Lobo Blanco es la más ambiciosa de toda la saga, trayendo consigo una experiencia totalmente inmersiva, “la aventura más salvaje, intensa y magistral”, como ya os contamos en nuestro análisis del The Witcher III original. Un título que, aquí, no deja de rascar el techo de potencia de Switch. La híbrida se ha exprimido al máximo y, aunque dista de lo que ofrecen las versiones de PS4 y Xbox One en lo técnico, y más aún de lo que ofrece la de PC, consigue un acabado realmente impresionante, sobre todo en modo portátil.
Qué quieres, Brujo
The Witcher III es un juego que invita a deshacerse en elogios, incluso 4 años después de su lanzamiento original. Lo que CD Projekt Red consiguió con este título fue elevar el listón de una saga que poco a poco iba subiendo en escala y en posibilidades; lo que no imaginaban es que, con su trabajo, elevarían el listón de dos conceptos que llevan tiempo dándose la mano, pero sin total acierto: el RPG y los mundos abiertos.
La aventura de Geralt de Rivia nos lleva a la búsqueda de Yennefer, aunque poco después deriva en la de Ciri, la joven princesa que está siendo perseguida por la Cacería Salvaje. Un hilo conductor que se desgrana en cientos de tareas y misiones, en una miríada de personajes que siempre tienen su momento para brillar y para demostrar una profundidad que se esconde para que solo los más curiosos puedan descubrirla.
Eso es lo primero que impacta en Witcher 3, que no hay secundaria superficial, no hay tarea que no tenga un giro inesperado o un diálogo que te haga arquear la ceja o reírte. Este medievo de fantasía es muy oscuro y, en ocasiones, especialmente sucio y grotesco, pero siempre tiene lugar pero esos reveses que te mantienen totalmente pegado al mando o, esta vez, a los Joy-Con.
Libertad para elegir, libertad para jugar
Esa profundidad de la que hablaba antes se muestra a cada momento, en cada conversación. Siempre tienes libertad para escoger diferentes opciones de respuesta en los diálogos para conocer hasta qué punto Geralt puede llevarse bien o mal con quienes le rodean. Aunque no engaña a nadie, este brujo parece no tener corazón, pero en el fondo es demasiado bondadoso como para no ayudar a quienes realmente le necesitan.
Por eso mismo se acaba implicando hasta el fondo en la historia de una familia destrozada, en la búsqueda de alguien que podría haber muerto hace años y en otras tantas tareas que te hacen darte cuenta de que llevas más de 5 horas dejando la historia principal a un lado, y sin aburrirte. Porque esa es una de las grandezas de este juego, que es capaz de alejarte del hilo principal con una maestría absoluta, absorbiéndote con tareas que parecían mundanas, pero que esconden mucho más detrás de ellas.
Algo a lo que ayuda un mapa inmenso y con una orografía bastante variada. Recorrer las Islas Skellige tras coger una embarcación, moverse por las tierras de Temeria o incluso adentrarse en la Tierra de Nadie es una experiencia sumamente absorbente, que te embriaga por sus parajes, acompañados por una melodía que encaja siempre, aunque a veces pueda sacar de contexto por la repetición de ciertos compases.
Un combate por capas
Poco nuevo podemos aportar sobre el sistema de combate que no explicáramos ya en su momento, pero es que tiene una fórmula que merece ser repasada una, y otra, y otra vez. Todo parte de una combinación de botones tan simple como es la dupla ataque rápido y ataque fuerte, siempre en tiempo real; pero, a partir de ahí, comienza a aparecer toda una estructura de mecánicas tan profunda como las líneas de diálogo que construyen el guion.
Como buen brujo, Geralt puede utilizar unas Señales que actúan como conjuros. Un empujón para lanzar a los enemigos a lo lejos, fuego para incendiar o incluso un truco mental al más puro estilo jedi para atolondrar y aprovechar tanto en combate como en conversaciones. La versatilidad se dispara con todo esto, pero también entra en juego un sistema de inventario (con piezas de equipo que pueden romperse) y uno de pociones que no solo dan más sentido a las mecánicas, sino que también las dotan de una profundidad diez veces mayor a la que podría traer un sistema basado en el uso de tan solo dos botones.
Conocer el bestiario y a los enemigos se vuelve importante en el mismo preciso instante en el que debes aprender contra quién usar cuál de las dos espadas que llevas, la de acero o la de plata; pero aún gana más cuando aprender que hay determinados enemigos a los que ciertos aceites o pociones debilitan más. Por supuesto, puedes ir como un “cabra loca” a acabar con ellos aporreando botones y lanzando señales, pero actuar como un auténtico brujo te dará una ventaja excepcional, a la vez que te hará sentir parte, todavía más, de este mundo.
Por eso, al final el combate no es solo ese momento de frenesí contra un hipogrifo o contra unas gárgolas, ni tampoco contra unos soldados borrachos en una tasca, es también esos paseos en busca de flores y hierbas para tu poción, esas porciones de alcohol para evitar que las pociones se estropeen cuando meditas. Todo está conectado y entrelazados, y eso que ni siquiera hemos profundizado en el sistema de equipamiento, pero ya podéis imaginar.
Progresión de brujo y jugador
Todo en The Witcher III está construido para que te sientas envuelto por su mundo y su propuesta de juego, pero también para que vayas aprendiendo más tanto de tu personaje como de todo lo que le rodea. No hablamos solo de algo relacionado con la trama, las personalidades y lo que pasa o deja de pasar, sino también de las sensaciones que transmite a través de los mandos.
Porque Geralt evoluciona como personaje, pero también como brujo. Esto último es algo que tiene un reflejo mucho más pragmático, más ligado a las mecánicas del juego. Nuestro brujo sube de nivel con cada combate y misión que realice, y eso se traduce en una mejora de estadísticas y en un conjunto de habilidades destinadas a sus stats, a las dotes de combate e incluso a la alquimia con la que tanto te tienes que familiarizar con el paso de las horas.
De nuevo volvemos a esa complejidad del sistema de combate, a esas capas que, como si hicieran de Geralt de Rivia un ogro (ya sabéis, por eso de las cebollas), vuelven a irse abriendo mientras se conectan a través de sus raíces. Tu progresión no solo afecta a tu fortaleza y tu capacidad para combatir, también influye en el efecto de las pociones y en su creación. Crafteo y combate van de la mano de la progresión tanto de forma literal como a través de otros medios menos visibles a simple vista.
Y es esa progresión la que hace que poco a poco la fórmula te vaya enganchando. Cuando quieres darte cuenta, sabes perfectamente distinguir a un lobo de un huargo a simple vista, sabes qué pociones usar para enfrentarte a un vampiro sin problemas o incluso a usar las señales de trampas para frenar a los espectros. Y lo haces de forma natural, porque ya no eres el que está a los mandos, eres Geralt y te conoces este mundo al dedillo.
¿Y cómo funciona en Switch?
Esa es la pregunta que cualquiera se hace, la que ha llevado a ver cientos de comparativas de versiones de PS4 vs Switch, entre otras tantas. Las cosas claras, la versión de The Witcher III para Nintendo Switch es la que tiene los gráficos más rebajados de todas las que hay. Es cierto, pero para nada es algo negativo, porque a cambio ofrece una portabilidad imposible en cualquier otra plataforma principal.
Una resolución más baja y un menor grado de detalle en general pueden afear un poco el conjunto, pero aun así sigue siendo bastante sorprendente ver un atardecer con el sol poniéndose entre los árboles mientras sus haces de luz proyectan unas sombras dinámicas sobre Sardinilla, Geralt y las paredes del poblado en el que te encuentras mientras estás sentado en el W.C.
El nivel de diseño visual es enorme y el acabado técnico, a pesar de sus carencias, es soberbio para las prestaciones de la máquina. No sabemos qué clase de hechizo a lanzado Saber Interactive al hardware de Switch y al código del juego original para conseguir esto, pero, dejando a un lado esa bajada de resolución, el rendimiento es verdaderamente sorprendente. Una sesión de juego portátil es más que suficiente para caer rendido a sus pies.
The Witcher III en Switch es pura magia negra
Podría decir muchas cosas sobre The Witcher III y su versión para Nintendo Switch, pero también puedo resumirlo todo diciendo que es auténtica magia negra. Un juego enorme introducido en un diminuto cartucho, todo un mundo por explorar, una brutal historia en la que enmarañarse con ese placer tan culpable como el que te hace sonreir cuando ves que son las 4 de la madrugada y sigues jugando.
El Lobo Blanco nos encandiló hace 4 años con este genial trabajo de CD Projekt Red, lo que nadie esperaba es que en pleno 2019 volviera a sorprender capitaneando la adaptación más ambiciosa vista en Nintendo Switch. Simplemente, soberbio.