Análisis de Final Fantasy XVI - El Final Fantasy que llevabas esperando 20 años

Final Fantasy XVI ya está aquí. La espera ha sido larga, pero la decimosexta entrega numerada de la saga de los cristales es toda una realidad. A continuación podrás leer todo lo necesario del título a través del análisis, toda vez que ya te contamos nuestras primeras impresiones tras probarlo hace unas semanas. Antes de ahondar en todos los aspectos que definen a Final Fantasy XVI, quiero avanzar que estamos ante una reinvención de la fórmula, evolucionando en muchos aspectos, pero tratando de mantener sus raíces, conservando la esencia que vio nacer a una de las series más legendarias de los videojuegos.

En resumidas cuentas, Final Fantasy XVI es ese videojuego que los aficionados llevaban esperando 20 años, desde que se cortaba la buena racha de Square Enix -Squaresoft por aquel entonces- tras los lanzamientos de los números VII, VIII, IX y X de la mítica serie, conformando esa época dorada donde cada juego parecía mejor que el anterior. La historia de Clive sienta las bases para volver a esa senda, a la de de ser un referente en el género RPG, a volver a ocupar el trono que se perdió por el camino. Final Fantasy XVI es el regreso de uno de los estandartes más queridos de este sector, aunque ni con esas parece ser un serio candidato a alzarse con la estatuilla de The Game Awards en diciembre, principalmente por algunos detalles que lo dejan un escalón por debajo de sus competidores en este punto, y voy a explicarte por qué en su análisis más completo.

• Final Fantasy XVI: precio, fecha de lanzamiento, plataformas y dónde comprar
• La historia lo es todo: Final Fantasy y la leyenda de los cristales
  • Un sistema de combate sublime que no para de evolucionar
  • Las batallas entre eikons, una maravilla visual imperdible
  • Una construcción del mapa soberbia y muy versátil
  • Misiones secundarias muy pobres, con alguna excepción
  • Un espectáculo a nivel técnico digno de PS5
• Valoración final de Final Fantasy XVI

Final Fantasy XVI: precio, fecha de lanzamiento, plataformas y dónde comprar

Final Fantasy XVI es la nueva entrega de la legendaria serie creada por Hironobu Sakaguchi que intenta volver a sus inicios, con un fuerte argumento y entornos medievales. Con su lanzamiento en exclusiva en PS5 el 22 de junio de 2023, el estudio de Square Enix encargado de su desarrollo aporta un viraje hacia la acción en esta nueva aventura, pero sin olvidar las bases RPG que caracterizan a la franquicia desde sus inicios. En cuanto al audio, cuenta con voces en inglés y japonés, mientras que los textos están totalmente localizados al español.

La historia lo es todo: Final Fantasy y la leyenda de los cristales

Si hay algo que cabe destacar en Final Fantasy XVI es que su historia resulta embriagadora. Ya lo avanzaba el propio equipo de desarrollo con sus influencias, especialmente centradas en Juego de Tronos, por lo que toda la trama política, de asesinatos, traiciones, confabulaciones y misterios resulta impresionante desde sus primeros compases, algo que habrás podido apreciar de primera mano si jugaste a la demo de Final Fantasy XVI que llegó a PS5. Sin embargo, el juego se desnuda por completo con el paso de las horas para ofrecer un enfoque que se aleje de las influencias y contar su propia historia, con un giro que resulta fascinante, aportando un resultado global sublime.

Esta es la verdadera magia de la nueva entrega: conseguir sorprender y atrapar con su narrativa, algo que no ocurría con un Final Fantasy desde esa época dorada que mencionaba antes, con permiso de la etapa moderna de Final Fantasy XIV, al que esta aventura le debe mucho, ya que comparten una figura clave, la de Naoki Yoshida. De este modo, Final Fantasy XVI no comienza la casa por el tejado, sino que genera una base muy sólida sobre la que comenzar a construir y ascender, hasta llegar a su cúlmen en una de las aventuras más épicas que se hayan podido disfrutar hasta la fecha, al menos en lo que a la era moderna de la serie respecta. Además, es un juego muy maduro, al que no le importa que haya sangre, desnudos, escenas subidas de tono y tratar temas que antes parecían un tabú en la franquicia. Chapeau.

La historia de Final Fantasy XVI aporta momentos increíbles.

Por supuesto, el equipo de Square Enix es consciente de que todos los detalles de la historia que sucede en Valisthea puede resultar abrumadora y que aporta mucha información en este sentido. Sin embargo, se las ha ingeniado para que el jugador esté conectado en todo momento con lo que pasa en su mundo y los movimientos que realizan las propias regiones. En la historia principal ya se incluyen algunos resúmenes de lo más interesantes, pero en todo momento se puede acceder a una enciclopedia que se actualiza en tiempo real para conocer todos los detalles de la narrativa y que está al alcance de un botón. Un sistema sublime que puede sentar un precedente para nuevos títulos con una amplia densidad argumental.

Todo ese entramado sobre el que se sustenta Final Fantasy XVI es solo la punta de un iceberg que va desvelando sus capas con el paso del tiempo para desvelar una aventura capaz de alcanzar las 50 horas sin despeinarse, permitiendo descubrir personajes cargados de matices, que evolucionan de manera constante, arcos de redención, momentos espectaculares y que quedan grabados en la retina y una conclusión que no deja a nadie indiferente. Final Fantasy XVI tiene todo lo que se le puede pedir a un buen RPG, por lo que no le pesa el nombre que lleva a sus espaldas, sino que consigue encumbrarlo hacia la gloria de nuevo. Y todo ello, además, recurriendo a la innovación y cierta revolución en su concepto.

Un sistema de combate sublime que no para de evolucionar

Durante los primeros compases del juego, las opciones de combate están más limitadas.

Uno de los aspectos más controvertidos de Final Fantasy XVI y que lleva achacando la serie desde su decimotercera entrega es el salto a la acción. Aquí el equipo de Square Enix no ha querido dejar lugar a dudas y se ha lanzado de lleno hasta este género, abrazándolo y casi absorbiéndolo para dejar claro que Final Fantasy ya no es una saga por turnos. ¿Esto es algo malo? Para los más puristas, tal vez, pero es una evolución lógica de una franquicia que quiere revolucionar su concepto y atraer a nuevos públicos. Y hay que admitir que el sistema de combate de Final Fantasy XVI es una absoluta gozada.

Todo lo que sucede en el juego en términos de combate es una explosión de hechizos, luces, color, golpes, esquivas, parrys, bloqueos y un sinfín de posibilidades que lo convierten en un juego en el que nunca hay pausa. Esa versatilidad e intensidad de los enfrentamientos son sus piedras angulares para construir esta nueva era para Final Fantasy y, a pesar de que me inicié en la saga por los turnos clásicos, me ha encandilado por completo. La cantidad de combos que se pueden conjugar resulta abrumadora, permitiendo que cada usuario se adapte como mejor quiera a las opciones que ofrece el título, que no son pocas. De hecho, hay ocasiones, especialmente en el tramo final, que pueden resultar incluso excesivas.

Antes de desgranar todas estas opciones en combate, he de admitir algo: Final Fantasy XVI es un juego fácil y algo plano en el sistema de progresión del combate. Clive y sus acompañantes no paran de evolucionar en este sentido, recibiendo nuevos poderes, habilidades, potenciadores y un sinfín de añadidos, por lo que siempre hay algo nuevo que se pueda ejecutar. La mala noticia en este sentido es que los enemigos no avanzan del mismo modo, por lo que la balanza termina desequilibrándose con el paso de las horas y, cuando el juego debería tornarse algo más difícil por el escalado de niveles, la evolución de los personajes termina rompiéndolo, haciendo que las habilidades sean absurdamente poderosas y sin apenas dar opción a los monstruos del camino, con el único reto de las batallas contra jefes.

Hay momentos de auténtico espectáculo en los combates, con hechizos combinándose y un derroche técnico.

Aunque algunas de las vertientes de combate entran en el terreno de los spoilers, no ofreceré detalles al respecto, pero Clive puede conseguir nuevas habilidades basadas en eikons por los hechos que suceden en la trama principal. Esto aporta un árbol de habilidades realmente profundo y lleno de posibilidades, por lo que se pueden ir desbloqueando nuevos movimientos y potenciando otros, consiguiendo que en la mayor parte del juego estés descubriendo nuevas configuraciones, ya que solo se pueden equipar hasta tres poderes de eikons. La pega que se le puede poner a esto es que no se invita a utilizarlos todos mediante un sistema de fortalezas y debilidades de los enemigos, algo que hubiera aportado más empaque al combate y obligado al jugador a adaptarse a una nueva configuración de sus habilidades. Es algo extraño, porque este es uno de los ABC de cualquier RPG que se precie, por lo que da la sensación de que no querían complicarlo en exceso.

Por si fuera poco, todos estos elementos mágicos se combinan con los ataques físicos del propio Clive y un estado alterado que se puede alcanzar en cierto punto de la historia que potencia aún más sus movimientos y capacidades. ¿Recuerdas lo que decía antes de que el conjunto de opciones en combate se hace realmente sencillo? Me refería a esto, precisamente. Hay una amalgama de vertientes que solo tú puedes utilizar y de la que los enemigos apenas pueden beneficiarse. A medida que avanza la propuesta se permite que dispongan de escudos o de magias que aporten bravura, prisa y demás estados alterados, pero resultan prácticamente ineficaces.

Hay una gran diferencia entre las batallas contra jefes y enemigos normales.

Por último, Clive también cuenta en combate con la ayuda de sus aliados y, especialmente, de Torgal, su fiel can. Torgal puede utilizarse en combate para morder o embestir a los enemigos, pero si sus habilidades se combinan de la manera correcta, también es especialmente útil para romper la barra de defensa de los rivales, provocando que entre en un estado de vulnerabilidad en el que se les puede atizar de lo lindo. Sin duda, Final Fantasy XVI dispone de un sistema de combate brillante, pero luce mucho más en la Nueva Partida+, donde los enemigos son más desafiantes y ofrecen el reto que se espera de un sistema tan completo y poderoso.

Las batallas entre eikons, una maravilla visual imperdible

Las batallas entre eikons aporta los momentos más épicos de FFXVI.

Sin embargo, Square Enix se guardaba un as bajo la manga con el sistema de combate de Final Fantasy XVI y ese no es otro que las batallas entre eikons. Me atrevo a afirmar, sin miedo a equivocarme, que estos combates forman parte de los momentos más espectaculares que han visto mis ojos en toda la serie Final Fantasy. La versatilidad que ha conseguido el equipo de desarrollo para que cada uno de estos enfrentamientos sea diferente y superen al anterior resulta impresionante. Un espectáculo que justifica que sea exclusivo de la nueva generación de consolas, ya que resulta un regalo para todos los sentidos.

Aquí es donde Final Fantasy XVI es capaz de dejarte con la boca abierta, con batallas que rozan la perfección. Las habilidades y el combate en sí son lo de menos, a pesar de que son realmente divertidas y dinámicas, ya que van cambiando constantemente con el transcurso de lo que sucede en pantalla. Sin embargo, es en lo visual y en la construcción del entorno donde consigue impactar y situarse por encima de cualquier otro momento que se pueda vivir en esta entrega. Desde una batalla a puñetazos en campo abierto, hasta un descenso hacia el abismo repartiendo mamporros, entre otras muchas cosas sobre las que no quiero ofrecer más detalles para que puedan impresionarte del mismo modo que a mí.

Hay momentos relacionados con los eikon que a nivel técnico alcanzan un gran nivel.

La decisión de traer de vuelta a las invocaciones clásicas de Final Fantasy y convertirlas en parte activa de la historia y de la jugabilidad de Final Fantasy XVI ha sido todo un acierto y no me cabe la menor duda de que incluso los más puristas se quedarán absolutamente maravillados con lo que les espera en estos momentos donde la épica alcanza su máximo esplendor. De diez, poco más se puede decir al respecto.

Una construcción del mapa soberbia y muy versátil

FFXVI incluye zonas amplias que impulsan el avance en chocobo.

Otra de esas grandes dudas que surgía en torno a Final Fantasy XVI se centraba en si sería un título muy pasillero, recordando a lo que sucedió con Final Fantasy XIII. Sin embargo, en esta ocasión sí que ha sabido encontrarse un buen equilibrio entre zonas más guiadas y otras amplias en las que se permite cierta libertad para explorar y correr montado en chocobo para trasladarse de un lugar a otro, por ejemplo. Hay que admitir que la construcción del mapa es bastante interesante, a pesar de que el juego se desarrolla mediante misiones específicas a las que se accede desde el mapamundi. Esto quiere decir que no estamos ante un mundo abierto.

De este modo, las zonas que define el mapa de Valisthea están limitadas, algo que permite extraer un gran potencial al nivel técnico y regalar estampas sensacionales, aunque de eso ya hablaré en detalle más adelante. De este modo, hay algunas misiones, generalmente las que llevan a una ciudad o al interior de un templo, mazmorra o edificio que sí que sufren de esa construcción pasillera, mientras que otras se desarrollan en campo abierto, permitiendo muchas más libertad. Hay contenido para todos los gustos en este sentido, pero lo cierto es que resulta una fórmula de lo más efectiva y que no desentona con la dinámica del juego.

Hay zonas del mapa bastante más amplias de lo que se pudiera pensar en un inicio.

Además, la distinción entre misiones permite que los biomas que componen el mapa de Final Fantasy XVI sean muy variados y originales, por lo que la vista a cada una de las regiones que conforman el universo de esta entrega es como descubrir un mundo nuevo en sí mismo. La dirección artística en este sentido es bastante notable, aunque sí que es cierto que hay entornos algo más grises y genéricos de otros títulos de corte similar, pero en los grandes momentos brilla con diseños totalmente originales y que destacan en el mundo construido en esta ocasión.

Lo que sí me ha sorprendido es lo que bebe de Final Fantasy VII Remake, probablemente el único título reciente de la serie que se puede situar un escalón por encima de lo visto en Final Fantasy XVI. El diseño de niveles es muy similar en muchos puntos, cambiando ese ambiente industria del séptima entrega por uno más medieval, pero mirando más allá del plano y con una vista espacial hacia sus entrañas, la construcción es prácticamente la misma en muchos momentos. De hecho, me aventuraría a afirmar que se producirá el proceso inverso con Rebirth, que tomará prestados muchos elementos de los entornos abiertos que se han introducido aquí para adaptarlos a su universo. Esto es especialmente visible en las zonas pasilleras que comentaba anteriormente, donde da la sensación de que se han reutilizado algunos recursos.

Misiones secundarias muy pobres, con alguna excepción

En el tablón de anuncios puedes consultar las Escorias disponibles para cazar.

Si hay un problema endémico de los desarrollos nacidos en Japón es la imposibilidad de generar contenido secundario de calidad en la mayoría de los casos y este aspecto parece aún más sangrante con Square Enix. Final Fantasy XVI sufre de este problema, por lo que cuenta con misiones secundarias realmente tediosas que te obligan constantemente a recolectar materiales, ir del punto A al punto B para trasladar informaciones o acudir a una zona para vencer a un pequeños grupo de monstruos. En un principio parece algo salvable, pero con el paso de las horas las tareas secundarias no paran de aumentar y la enorme mayoría se sustentan sobre estas prácticas tan manidas como esperpénticas.

Si que es cierto que en la recta final la cosa mejora en este aspecto, ya que se desbloquean varias misiones que encajan muy bien con la línea argumental y al menos aportan algo. El problema que percibo en este sentido es que no dejo de tener la sensación de que la mayoría de ellas son un relleno exagerado para aumentar la cantidad de contenido implícito en el título, con la excusa de aportar diálogos que permitan conocer levemente las aspiraciones y motivaciones de personajes secundarios. La gran mayoría de ellas me han parecido insuficientes e insulsas, por lo que casi podrían haberse ahorrado para destinar ese tiempo en ampliar otros aspectos del juego.

Hay excepciones, eso sí, como aventuraba. Aunque hay que escarbar para encontrarlas, hay misiones que aportan a la trama y otras tantas que permiten obtener beneficios como nuevos planos de armas para fabricarlas en la herrería o una mayor capacidad de objetos. Una de las misiones está relacionada con Torgal y con sus capacidades, con lo que resulta realmente interesante cumplirla, pero son una minoría entre todo el montón de tareas que se acumulan sin ningún tipo de incentivo, más allá de una recompensa en forma de guiles, puntos de experiencia, de habilidad o de relación social.

La gran excepción la he encontrado en el tablón de anuncios, dedicado a monstruos especiales llamados Escorias. Aquí sí que hay algún reto, ya que se dividen en diferentes niveles de dificultad y para darles caza, dependiendo de tu nivel y habilidades, pueden ser una auténtica tortura. De este modo, se ofrece un contenido secundario que sí que aporta, porque las recompensas son realmente buenas y las batallas que aportan son mucho más vibrantes e interesantes que entregarle madera al carpintero, de eso no cabe la menor duda.

Un espectáculo a nivel técnico digno de PS5

Hay entornos de FFXVI que aportan una gran belleza visual.

Toca poner fin a este análisis de Final Fantasy XVI, por lo que hay que hablar de su aspecto técnico. ¿Justifica su lanzamiento exclusivo en PS5? Pues la respuesta es breve y sencilla: sí. Lo que ofrece la decimosexta entrega de la saga de los cristales es material de nueva generación, especialmente en las batallas entre eikons, donde saca a relucir todo su potencial de luces, colores, movimientos, elementos en pantalla y toda esa espectacularidad que se espera de un sistema sobre el que está construido Final Fantasy XVI.

Por si eso fuera poco, el diseño de los personajes es asombroso, al menos en lo que a los protagonistas respecta. Clive, Jill y Cid cuentan con una construcción facial muy definida y sus animaciones están cuidadas al detalle, al menos en los momentos cinemáticos del título, ya que en los de exploración y misiones menores caen a un grado menor. No obstante, Final Fantasy XVI aguanta muy bien el tipo respecto a lo visto en Final Fantasy VII Remake, regalando algunas escenas que son un espectáculo a nivel técnico y visual. Sigue quedando pendiente pulir las animaciones de algunos NPCs, cuyos movimientos son bastante rígidos e irreales, pero este es otro de esos males endémicos del desarrollo en tierras niponas.

En términos de los modos gráficos, me he encontrado con algunas sombras difíciles de tapar. Es cierto que Square Enix ya ha prometido solucionar estos problemas con un parche de lanzamiento, pero el modo rendimiento es especialmente sangrante, con ciertas caídas de la tasa de frames que resulta alarmante en entornos abiertos. Algo bastante curioso, ya que en combate se mantiene muy estable, independientemente del número de enemigos al que se esté enfrentando, pero teniendo en cuenta que el área de movimiento de las batallas está limitada, se entiende por qué sucede esto.

La distancia e dibujado no es el punto fuerte de Final Fantasy XVI, pero cumple.

En mi caso, comencé la partida en modo rendimiento, pero tras llegar a zonas amplias y ver cómo los enemigos al fondo del escenario se movían realmente despacio, decidí cambiar al modo calidad, con lo que este tipo de situaciones se volvieron menos frecuentes, aunque seguían existiendo. Si Square Enix consigue solucionar estos problemas con el parche de lanzamiento que están preparando, desde luego habrán conseguido un resultado redondo en cuanto a calidad gráfica y mucho mejor al esperado, después de lo visto en títulos como Forspoken.

Por último, hay que hacer una especial mención a la banda sonora, que casi se siente como un personaje más que te acompaña en el viaje de Final Fantasy XVI, sin alejarse ni un instante y sin decaer en el ritmo que impones en el camino. Las bandas sonoras suelen ser una parte fundamental de la serie Final Fantasy y aquí no ha desentonado respecto al estupendo trabajo que se ha realizado en el pasado. Cada sintonía es un regalo, independientemente del momento del juego en el que te encuentres e incluso se traen de vuelta algunos temas clásicos, especialmente de la primera entrega, adaptando al estilo de este título. Una absoluta maravilla.

La historia de Final Fantasy XVI te lleva a los diferentes reinos que componen Valisthea.

Mención especial aparte merece el doblaje, que es absolutamente increíble, especialmente en lo relativo a los personajes principales -lo de Cidolfus es una locura. Cada uno de ellos cuenta con una personalidad muy distinguida y consiguen aportar las claves que definen sus papeles en la historia, por lo que se ha hecho una selección excelsa en el casting. Además, el juego tiene sincronización labial con el inglés, por lo que la conjugación de idiomas con las animaciones ofrece un resultado fantástico.

Valoración final de Final Fantasy XVI

Aunque los más nostálgicos echarán de menos las bases principales de la serie, como los ataques por turnos, Final Fantasy XVI es el mejor Final Fantasy original que ha llegado en los últimos 20 años. Su propuesta es atrevida, madura, revolucionaria y sienta las bases para un futuro más que prometedor. Aún hay muchos aspectos que pulir para alcanzar esa gloria pasada que se espera, pero esta es la senda correcta para poder conseguirlo. El equipo de Square Enix ha realizado un esfuerzo titánico para que lo viejo y lo nuevo se den de la mano y puedan caminar juntos hacia adelante.

Lo que llegue a partir de ahora bajo el nombre Final Fantasy es una incógnita, pero el presente ha demostrado que la licencia sigue muy viva y que se pueden aportar grandes juegos sin la necesidad de recurrir a las reimaginaciones de capítulos pasados. Con Final Fantasy XVI he vuelto a soñar y espero que no me despierten durante muchos años.

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