El stop-motion nunca fue tan aterrador hasta la llegada de este thriller psicológico
La forma perfecta de emplear el stop-motion hace de esta película, una experiencia aterradora

Si bien la obsesión es un tema común dentro del género terror, Robert Morgan lo eleva a niveles sin precedentes mediante una propuesta que rompe los esquemas de lo visto hasta el momento. En Stopmotion el miedo no está asociado a posesiones demoníacas o criaturas espeluznantes, sino que se deriva de una mirada profunda a la locura, donde convergen el horror corporal y el tormento psicológico.
La historia sigue a Ella Blake, interpretada por Aisling Franciosi, una mujer cuyo trabajo devora su psique hasta terminar completamente obsesionada. De esta forma, lo que la hace más perturbadora e inquietante, es la idea de que esto puede sucederle a cualquier persona.
Aunque para los cinéfilos el argumento puede parecer similar al presentado por Stanley Kubrick en El resplandor (1980), una de las películas de terror en las que nunca ves al monstruo, la lucha de Jack Torrance con fantasmas es mucha más sencilla en comparacion a la que tiene que batallar el personaje de Franciosi.
¿De qué trata Stopmotion?

La trama de Stopmotion se termina por torcer de forma tensa y aterradora
Suzanne Blake es una artista de stop-motion cuya vida se limita al trabajo. Sin embargo, las consecuencias de la artritis le impiden realizar sus proyectos por cuenta propia. Frente a esta limitación, recurre a su hija Blake, quien asume la tarea de mover las marionetas y tomar las fotos una y otra vez.
Además del estrés que reviste en sí el proceso, Ella constantemente los abusos de su madre. Aunque tiene a Tom, que se preocupa por ella, el hombre es incapaz de darle la estabilidad emocional que necesita.
Todo cambia cuando Suzanne sufre un derrame cerebral. En lugar de tomar un descanso, Ella se obsesiona con la película de su madre hasta que conoce a una misteriosa chica que la incita a emprender un proyecto diferente, esta vez basado en una niña asustada que se refugia en el bosque, mientras huye de Ashman, el cual es la representación de la muerte.
Altas dosis de tensión, suspenso y terror
La animación terrorífica es el principal elemento que Robert Morgan usa para hacer de Stopmotion una de las mejores películas de terror de 2024. En la ficción, vemos a Ella crear una siniestra muñeca con cera funeraria, dando a entender que veremos la clásica historia de horror donde los juguetes cobran vida y atacan.
Sin embargo, lo espeluznante de este filme radica en que no revela nada, la intención del director es hacer que el público se sumerja en la trama y encuentre las respuestas, dejando a un lado el simbolismo visual, para apostar por elementos estratégicos de los thrillers psicológicos.
Poco a poco, entendemos que la muñeca representa la obsesión y el dolor de Ella. En sus ojos que parecen carentes de vida, se refleja la mujer que desea huir de sus propios miedos.
La combinación perfecta entre la acción en vivo y stop-motion

Stopmotion es una de las películas más aterradoras de todo el año
En esta obra maestra, el colapso psicológico de la protagonista nubla su capacidad de diferenciar la realidad de la fantasía, generando la misma sensación en los espectadores. De esta forma, existen secuencias donde desconocemos si se trata de la historia expuesta o, simplemente, es la mente de la chica que se desploma entre el estrés y el peso que produce su desequilibrio mental.
Por ello, lo que hace inigualable a la producción es la manera de entrelazar la acción en vivo con el stop-motion para explorar la obsesión. Contrario a las piezas clásicas del género, el terror no proviene de la falta de control emocional, sino de la incapacidad de superar los traumas, después de todo, los pensamientos obsesivos de Ella nacieron de la infancia perdida a causa de la fijación de su madre hacia su arte.
En definitiva, Robert Morgan consigue aprovechar aumentar el tormento psicológico de su protagonista a través de una fórmula magistral que fusiona el stop-motion con la acción en vivo. Sin complicaciones, expone la facilidad con la que es posible perderse entre los propios temores y obsesiones cuando no sabemos canalizar las emociones.