El truco secreto de Jack Nicholson que ha utilizado en casi todos sus papeles

Además de un talento inigualable, Jack Nicholson tiene una estrategia para lograr la perfecta ejecución de cada uno de sus personajes

El truco secreto de Jack Nicholson que ha utilizado en casi todos sus papeles
Cumplir con su estrategia es más difícil de lo que parece
Publicado en Cine

No importa si era el protagonista, ejecutaba un papel secundario o si ocupaba la silla del director, durante más de seis décadas, Jack Nicholson logró convertirse en una de las grandes figuras de la industria del cine. Parte de ello, se debe a su capacidad de encarar cualquier tipo de personajes, desde cómicos y románticos, hasta villanos perturbadores, como Jack Torrance en El resplandor (1980), una de las mejores películas de Stanley Kubrick. Sin embargo, y de acuerdo a sus propias declaraciones, el actor cuenta con algo más que su propio talento.

Aunque la despedida de Nicholson no fue la más adecuada, se alejó de las pantallas después de haber consolidado una prominente carrera, la cual nunca estuvo vinculada al interés económico o al deseo de alcanzar la fama. A diferencia de muchas estrellas, su motivación siempre fue el amor por el cine. Desde el inicio, demostró su compromiso hacia la actuación, de esta forma, nunca se conformó con nada menos que cautivar a la audiencia en cada interpretación.

La estrategia que lo llevó a la fama

Jack Nicholson

Nicholson necesita conectar con el papel para lograr brindar una actuación magnífica

Nicholson se tomaba muy en serio el proceso de preparación de sus personajes. Por ello, rechazó la oferta de participar en El Padrino (1972), ya que consideraba que sería incapaz de encajar en el papel debido a la ausencia de rasgos italoamericanos.

En este sentido, no dudaba en pasar de un profesor a otro, en la búsqueda de los conocimientos y consejos necesarios para pulir sus habilidades y asumir cada reto. Gracias a esta filosofía, desarrolló una estrategia que mantuvo hasta el final de su carrera.

El actor se dedicaba a encontrar y explotar ese factor clave que define a cada personaje. Desde temprana edad, disfrutaba pasar el tiempo debatiendo temas de interés con los grandes teóricos de la industria. Asimismo, más allá de la fachada, estaba un joven inteligente, de personalidad reflexiva y amante de la metafísica de Stanislavski.

Siempre transmitió la esencia de sus personajes

Jack Nicholson

La estrategia de Nicholson es más complicada de lo que parece

Para Nicholson el objetivo siempre fue capturar la naturaleza de sus personajes. Daba igual si se trataba de un rasgo de su personalidad, un aspecto de tipo emocional o algún elemento tangible, la premisa era llegar hasta las profundidades del corazón de sus personajes.

A pesar de que siempre se mostró cauteloso ante la idea de exponer su “truco secreto”, en varias oportunidades reveló los detalles que le permitieron brindar una interpretación memorable. Este es el caso de su personaje Randle McMurphy en Alguien voló sobre el nido del cuco (1975), tuvo que hablar con su coestrella, Louise Fletcher, respecto a su postura, después de todo, iba a encarnar a un hombre patológicamente seguro de ganar en su juego de seducción.

Pero esa no fue la única vez que el actor compartió lo que tuvo que hacer para ofrecer papeles imposibles de olvidar. De hecho, muchas de sus acciones sirvieron para alimentar su reputación como gigoló.

Esto quedó en evidencia con la joya de Roman Polanski, Chinatown (1974). Según sus palabras, prepararse para el personaje de JJ Gittes incluyó algunas travesuras lejos del escenario. Durante el desarrollo de la producción, Nicholson mantenía una relación personal con la hija de John Huston, su coestrcella. De esta manera, la situación sirvió no solo para vender a la película, sino para incrementar la intensidad de su propia actuación.

Por su parte, las icónicas gafas de sol que lleva en Easy Rider (Buscando mi destino) (1969) eran de su padre. Si bien para algunos esto puede parecer un detalle insignificante, desde su punto de vista, tiene un valor simbólico y es el toque que le aporta distinción a George Hanson. Pero nada de eso se compara al elemento que marcó la diferencia en el resultado de Rojos (1981). En esta película dirigida por Warren Beatty, Nicholson le entregó un poema real a Diane Keaton.

En definitiva, la clave del éxito de Jack Nicholson radica en el compromiso hacia el oficio. Su técnica de encontrar el punto que define a la esencia de cada personaje es lo que le permitió regalar actuaciones magistrales, y convertirse en una leyenda del mundo del cine.

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