Esta película sobre una casa embrujada te mantendrá en tensión hasta el giro inesperado de su final

Durante años, las historias de fantasmas han servido de base para crear producciones exitosas. Basta con recordar la obra maestra de M. Night Shyamalan, El sexto sentido (1999) que, aunque forma parte de las películas de terror que no son para mayores de 18 años, consigue generar suspenso y terror. En 2001, Alejandro Amenábar consiguió elevar la simplicidad del concepto mediante un arco narrativo imposible de predecir. Sin complicaciones, Los otros subvierte las expectativas y sorprende a todos con su desenlace.

¿De qué trata Los otros?

El argumento de Los otros es sumamente intrigante y perturbador

Ambientada en la Isla de Jersey en 1945, Los otros sigue la historia de Grace, quien vive en una mansión victoriana junto a sus dos hijos. En el aislado hogar, los pequeños son educados por su madre dentro de estrictas reglas religiosas. Cuando tres nuevos sirvientes se incorporan al núcleo familiar, la mujer les explica que la casa debe permanecer siempre en penumbra, debido a que los niños sufren de una extraña enfermedad que los imposibilita de recibir luz del día. Asimismo, tampoco pueden abrir una puerta sin que la anterior se encuentre cerrada.

Si bien el argumento es bastante intrigante, lo que verdaderamente convierte a la producción en una de las mejores películas de terror radica en sus inesperados giros argumentales y la increíble actuación del elenco. En este hogar roto, con un padre que aún no regresa a pesar del fin de la guerra, y una madre que parece haber perdido la razón, el aislamiento y las condiciones impuestas generan un escenario claustrofóbico y enigmático.

Una de las mejores interpretaciones de Nicole Kidman

El papel interpretado por Kidman es el de una mujer consumida en su propia moralidad. Su estado de ánimo la aparta del mundo que la rodea e impide que pueda ver todo lo que sucede alrededor. De esta manera, se debate entre los sueños y la realidad.

Su personalidad volátil sugiere que el peligro no se encuentra escondido en los rincones de la lúgubre mansión, sino justo en la piel de un personaje estricto y completamente dogmático. De esta forma, la tensión y los fantasmas aparecen mucho antes de que la pequeña Anne empiece a dibujar y contar los espectros que ve en la casa.

El terror en Los otros no está en lo sobrenatural

Los otros no es terrorífica por la razón que crees

Conforme la niebla ahoga a la humanidad en un hogar sin luz, y Anne asegura la presencia de espíritus entre sus paredes, la estabilidad emocional y mental de Grace se desploma. De esta forma, no tiene más salida que encontrar un punto medio entre sus creencias religiosas y la necesidad de llegar a un acuerdo favorable con los espectros que deambulan por los pasillos.

De esta manera, el arquetipo clásico de la casa embrujada adquiere otro sentido. El terror no se asocia directamente a lo sobrenatural, sino a la carga emocional de sus protagonistas. Los fantasmas representan las razones por la que los primeros sirvientes se fueron y la casa se convirtió en una especie de prisión sofocante.

En Los otros la verdad está dosificada conforme se intensifica la tensión. El miedo no se debe a las típicas técnicas para asustar, sino en aquello que no podemos ver. La batalla entre Grace y su hija se convierte en el eje central de la trama. Mientras la madre se niega a poner en duda sus inquebrantables creencias religiosas, Anne afirma haber estado interactuando con intrusos sobrenaturales.

Gracias a ello, el espectador poco a poco es sumergido en lo que puede describirse como un argumento espeluznante y lleno de giros inesperados, al estilo de las mejores películas de terror gótico, donde las piezas están distribuidas a lo largo de toda la trama.

En definitiva, Los otros tiene todo lo necesario para generar tensión y sorprender al espectador a través de un inesperado final. Además de la impecable interpretación de Nicole Kidman, hablamos de un desenlace que desafía cualquier tipo de predicción desde el punto de vista narrativo. Sin complicaciones, Amenábar consigue crear una atmósfera de suspenso al momento de presentar sucesos inquietantes, mientras aborda temas importantes en torno a la pérdida y la negación.