Este director tiene más de una docena de películas con 100% de aceptación en Rotten Tomatoes

A diferencia de lo que muchos piensan, Japón es uno de los principales titanes de la industria del cine. Desde la concesión de la industria, las mejores películas japonesas han cautivado a la audiencia y superado récords de taquilla. Asimismo, el país nipón es el lugar de origen de grandes directores. Entre los más relevantes tenemos a Kenji Mizoguchi y sus historias reflexivas, como Cuentos de la luna pálida (1953), Akira Kurosawa, quien dirigió Los siete samuráis (1954) y Hayao Miyazaki, quien ha colaborado en varias oportunidades en las producciones destacadas de Studio Ghibli. Sin embargo, existe un cineasta que, por su estilo único, pudo diferenciarse y alcanzó el éxito una y otra vez.

Durante toda su carrera, Yasujirō Ozu rompió los esquemas, consiguiendo sobresalir entre sus contemporáneos. Aunque gran parte de sus obras se han convertido en iconos memorables, trece de ellas presumen de una calificación perfecta en Rotten Tomatoes.

Las producciones de Yasujirō Ozu hacen despegar el Tomatómetro

Primavera tardía es la primera de la larga lista de producciones exitosas de Yasujirō Ozu

En la actualidad, Rotten Tomatoes es una de las más destacadas plataformas de revisión y reseña para cine y televisión. Su funcionamiento se basa en el análisis de las opiniones positivas, las cuales son medidas gracias al Tomatómetro. De esta forma, se consideran producciones frescas las que superan el 60% de comentarios a favor, y perfectas las que alcanzan el 100%.

Asimismo, existen dos tipos de calificaciones, la que ofrece su eficiente medidor, y la que se deriva de la audiencia. Yasujirō Ozu es de los pocos directores en sumar más de una docena de películas con puntaje perfecto, once de ellas mediante el Tomatómetro, y dos por parte de la que emite el público.

En el primer grupo, tenemos la icónica trilogía protagonizada por Setsuko Hara: Primavera tardía (1949), El comienzo del verano (1951) y Cuentos de Tokio (1953). Asimismo, se incluyen He nacido, pero... (Y sin embargo hemos nacido) (1932), Historia de una hierba errante (1934), Había un padre (1942), Historia de un vecindario (1947), Primavera precoz (1956), Crepúsculo en Tokio (1957), El otoño de la familia Kohayagawa (El final del verano) 1961.

Por su parte, gozan de calificación del 100% en Puntuación de Audiencia, dos de sus producciones más destacadas de los años 30: Caminad con optimismo (1930) y La bella y la barba (1931).

Una fórmula ganadora

Si bien algunos espectadores han criticado las similitudes que existen entre las obras de Ozu, la afinidad en el argumento es el resultado de un estilo enfocado en abordar profundamente diferentes elementos emocionales. Igualmente, la proximidad obedece a que son historias que reflejan la cotidianidad de las relaciones familiares, sobre todo, en lo que respecta a los conflictos y sentimientos que surgen como consecuencia de las diferencias generacionales.

Por otra parte, la elección del elenco incrementa la sensación de paralelismo. Generalmente, Ozu se inclinó hacia la idea de mantener el mismo grupo de actores, entre ellos, Setsuko Hara, Haruko Sugimura y Chishū Ryū.

Además de la exploración de temas complejos y cargados de fuerza emotiva, el director supo establecer un estilo cinematográfico propio caracterizado por la sutileza y discreción.

Una huella imborrable en el cine japonés

Quizá el director japonés más grande de la historia

Si bien las producciones del cineasta han tenido uno de los impactos más significativos en el cine nipón, la especial capacidad de cautivar al espectador es lo que hoy permite que las producciones de Yasujirō Ozu se encuentren en la lista de películas con máxima calificación en Rotten Tomatoes.

La simplicidad de las tomas y el encuadre calculado de forma metódica, brinda la oportunidad de apreciar los cambios sutiles que advierten del estado emocional y mental de los personajes, los cuales están muy bien desarrollados. Sin complicaciones, consiguió convertir la cotidianidad en historias fascinantes, es incuestionable. De esta manera, el público tiene la posibilidad de sumergirse en la asombrosa y mística cultura japonesa, mediante entornos domésticos, a un ritmo mesurado y uniendo las piezas del rompecabezas que suelen componer al hilo narrativo.