Oz Perkings se encargó de hacer que The Monkey y Longlegs fuesen completamente diferentes

Aunque salieron de la misma mente maestra, The Monkey y Longlegs brindan experiencias únicas y muy bien diferenciadas

Oz Perkings se encargó de hacer que The Monkey y Longlegs fuesen completamente diferentes
Publicado en Cine

Indiscutiblemente, Osgood Perkisgs se ha convertido en uno de los directores más controversiales e impredecibles de los últimos tiempos. Su forma de hacer cine no solo se escapa de los convencionalismos que definen al género terror, sino que lleva impreso su estilo personal. A pesar de que sus dos más recientes producciones tienen en común la profundidad y complejidad de los personajes, presentan enfoques completamente diferentes.

De esta forma, resulta evidente la intención del cineasta de explorar varios subgéneros y tonos narrativos. Por un lado, tenemos a Longlegs, que compite con El silencio de los corderos (1991) como el mejor thriller psicológico de la historia, ya que se enfoca en la fragilidad mental y la paranoia. Por el otro, a The Monkey, la versión cinematográfica de los relatos que componen la colección Skeleton Crew de Stephen King, donde el terror es mucho más visceral.

The Monkey establece el nuevo rumbo del director

The Monkey

El estilo de The Monkey es probablemente la diferencia más notable

A simple vista, la primera diferencia que podemos encontrar entre ambas propuestas radica en que Longlegs está inspirado en un caso de la vida real. Sin embargo, este es apenas uno de los factores que la separan de The Monkey.

Si bien en la historia del juguete maldito existen momentos donde se evidencia el estilo establecido por el cineasta, es indudable que Perkins va en busca de nuevos horizontes y se adentra en un terreno que no había explorado hasta el momento: el cine de terror híbrido.

A diferencia de Longlegs, donde el objetivo fue crear una atmósfera opresiva e inquietante, el director apuesta por el humor negro. De esta manera, y de acuerdo a sus propias declaraciones, la adaptación del cuento de King se escapa de los clichés y no encaja del todo en el género terror.

En este sentido, la diferencia más clara entre las dos películas es que The Monkey no fue concebida para asustar. Efectivamente, existe un trasfondo oscuro y siniestro, pero prevalece la intención lúdica.

Hablamos de una comedia de terror amoral, los gags están a la orden del día para representar la parte siniestra y traumática, mientras que las muertes grotescas, y escandalosamente improbables, se encargan de garantizar el entretenimiento.

Dos tonos opuestos

Al estilo de los grandes pioneros del subgénero, The Monkey es gore en su mejor expresión. Sin renunciar al entretenimiento, las secuencias de los asesinatos fueron planteadas teniendo en mente la fatalidad, por ello, son especialmente horrendas.

Asimismo, existe otra discrepancia innegable. En Longlegs el terror está a cargo de la tensión progresiva. Las víctimas están claramente establecidas, por el contrario, en la historia del mono siniestro, la mayoría de ellas no saben el peligro que enfrentan hasta que es demasiado tarde, de esta forma, es imposible que puedan anticiparse y terminan sufriendo una muerte segura.

Pero eso no es todo, igualmente, se nota la ausencia del ritmo sonámbulo utilizado en las producciones pasadas. La narrativa se escapa de esa sensación de estar atrapados en una pesadilla, por lo que nunca resulta aburrida. Los escasos momentos de tensión solo sirven para hacer mucho más liberadora la experiencia.

El mal es presentado formas contrarias

Longlegs

Hay una similitud llena de diferencias entre las películas

Tanto en Longleg como en The Monkey, las víctimas tienen destinos fatales, e incluso injustos. Sin embargo, tenemos un factor que marca la diferencia: la aleatoriedad. Las almas que se pierden cada vez que suena el tambor del juguete maldito son producto del azar, no hay personas condenadas desde el inicio, ni la posibilidad de dirigir el mal hacia nadie en particular.

La eliminación de una estrategia establecida por un villano es lo que hace aún más aterradora la amenaza, pues la única razón que justifica la existencia del mono es matar. De esta manera, se convierte en una alegoría de la vida misma, a fin de cuentas, todos estamos condenados a morir. Por ello, la muerte se convierte en un guiño hacia lo inevitable, en lugar de ser planteada como un acto deprimente o desde la desesperación.

En definitiva, Oz Perkins está demostrando su talento para el cine de terror. Aunque sus recientes producciones se diferencian en múltiples aspectos, las dos ofrecen experiencias únicas y aterradoras.

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