En 2025 no solo me he divertido con los mismos videojuegos de siempre: he cumplido un sueño de niño y he vuelto a disfrutar con un gran lanzamiento

Sin haber abandonado mis indispensables de cada año ha habido novedades que me han obligado a destinar parte de mi tiempo a ellas

En 2025 no solo me he divertido con los mismos videojuegos de siempre: he cumplido un sueño de niño y he vuelto a disfrutar con un gran lanzamiento
Publicado en Reportaje

Más allá de las expectativas que cada uno tuviese de lo que iba a ser 2025 en la industria de los videojuegos, no se puede negar que ha terminado siendo un año digno de recordar. Además de por pasar a la historia como la primera en la que Expedition 33 se convirtió en uno de los títulos más premiados que ha existido, ha habido una suma de cambios, novedades decisiones acertadas y juegos que han sabido encontrar su sitio.

Aunque en mi caso en algunos aspectos ha sido uno más, continuando con mi relación de amor-odio con títulos que cada año siguen robándome gran parte de mi tiempo libre, también he recibido una trasfusión de sangre nueva que, la verdad, es que me ha sentado de fábula. No estoy hablando solo de apuestas por las que en un principio no sentía tanto interés o de videojuegos que han conseguido que mi niño interior llore de alegría, sino incluso de una consola que ha conseguido incluso cambiar mi rutina.

Nintendo derribó todas las barreras con Switch 2

Si dentro de mi labor periodística buena parte de mi 2025 ha estado dedicada a la nueva consola de la gran N, a la hora de ponerme a los mandos también ha tenido mucho protagonismo. Aun así, para mí la mejor noticia que ha llegado de la mano de Switch 2 no solo son los títulos propios, como Mario Kart World, o los remasters que ha acogido, como el de Bravely Default Flying Fairy (que evidentemente he disfrutado muchísimo); sino también el poder celebrar que ya son muy pocos los títulos que por requisitos técnicos se escapan del catálogo de Nintendo.

Como digo, los focos se los han llevado entregas como Donkey Kong Bananza o Leyendas Pokémon Z-A, y está bien porque eso significa que la compañía sigue apostando fuerte por sus universos, ampliándolos y reinterpretándolos sin miedo, pero lo que más me ha cautivado a mí es otra cosa.

Recuerdo que Split Fiction fue el primer port que probé para Nintendo Switch 2 y que venía de otras consolas. De hecho, en ese momento tenía todavía muy fresco el recuerdo de su rendimiento en PS5. La ejecución me fascinó y la experiencia fue completamente igual de satisfactoria. Es verdad que aquí, por el tema de la pantalla dividida, no pude disfrutar de ese extra portátil que te da Switch 2, pero fue suficiente para que me ilusionase con el abanico de posibilidades que se abría delante de mí.

Al poco tiempo terminé de convencerme de estas sensaciones positivas con Street Fighter 6 y, en las últimas semanas, con Assassin’s Creed Shadows. Este último posiblemente sea la mejor muestra de hasta dónde puede llegar la nueva consola cuando le exiges, con zonas espectaculares, una fluidez que nunca tropieza y un resultado que hace de la experiencia una auténtica maravilla. El trabajo de Ubisoft en su lanzamiento tuvo sus fallos con algunas zonas que gráficamente no me parecieron que estuviesen a la altura, pero incluso eso sirve como demostración de que el problema no es la consola y que Nintendo Switch 2 puede aguantar todo lo que le echen.

Esta posibilidad ha llegado a cambiar incluso en cierta manera mi rutina. Hacía mucho tiempo que no disfrutada de los lanzamientos más actuales en una consola portátil, y recuperar esa libertad de jugar a lo más nuevo tumbado en el sofá, en la cama en invierno bien tapadito o en un viaje me ha devuelto una felicidad que ya casi daba por perdida.

EA Sports FC y Call of Duty, siempre en mi biblioteca aunque ya no tenga 14 años y eso se note

A pesar de la nueva consola y del resto de descubrimientos de este año, de alguno todavía tengo que hablar en este texto, hay dos entregas anuales que nunca me pueden faltar. Empezando por la que es la saga de mi vida, yo no entiendo un septiembre sin mis primeros equipos en Ultimate Team preparándome para Champions, ni un enero sin TOTYs. Lo llevo en el ADN y mucho me temo que esta afición nunca me abandonará, sin importar demasiado el rumbo negativo que parece que sigue tomando la franquicia.

Algo similar me sucede con Call of Duty. Aunque aquí sí tuve unos años de desintoxicación, el nombre Black Ops tiene demasiado efecto en mí y he vuelto a caer con fuerza con la sexta y séptima entrega. Es cierto que no llena mis tardes como lo hacía antaño, en parte porque mi tiempo no es el mismo y en parte porque la calidad de estos juegos ha bajado, pero a quién voy a engañar, un duelo por equipos cuando quedan 10 minutitos para salir de casa siempre me va a entrar bien.

Es curioso como mi relación con ellos es tan parecida como el momento que ambos pasa, y creo que no es casualidad. Toda mi generación se crio viendo a DjMaRiiO abriendo sobres y a Willyrex sacándose nucleares, pero ya no tenemos 14 años y ninguna de las dos franquicias ha sabido evolucionar. Como dijo una vez un sabio, igual solo buscamos a una versión más joven de nosotros mismos en estos juegos. Sea como sea, han formado parte de mi año y dudo mucho que no lo hagan también del que viene.

Toda mi vida soñé con Digimon Story Time Stranger y este año nos encontramos

Si acabo de hablar de buscarse a uno mismo siendo más joven en un videojuego, la última entrega de Digimon sí que logró que me encontrase, pero en una versión aún más pequeña. Desde que veía el anime a principios de los 2000 a mediodía antes de volver a clase soñé con poder vivir una aventura como la de los niños elegidos, y cuando comprendí que esa posibilidad solo llegaría a raíz de un juego deposité todas mis esperanzas en ello.

Sí, no me escondo, siempre me ha dado envidia que los que sienten el mismo amor por Pokémon hayan tenido juegazos mientras yo no encontraba una propuesta que me llenase en mi franquicia fetiche, pero esa espera terminó este año con Digimon Story Time Stranger y por fin puedo mirar a los ojos a esos estirados...

Sinceramente, no creo que la forma en la que el juego me llenó tenga que ver con mecánicas, ritmo o propuestas a nivel técnico, que también; sino más bien con el aura que derrocha el título. Se nota el cariño que se ha puesto en él desde el primer minuto, y vivir como alguien puso ahí ese digimon para que tú lo encontrases y entendieses a qué hacía referencia es algo mágico.

Así que unos 20 años más tarde me he encontrado con algo que anhelaba desde que mi madre me echaba la bronca porque me distraía con la televisión mientras comía, y eso merece ser celebrado y recordado.

Cronos: The New Dawn, la joya que no vi venir

Para terminar, hay un título en el que no tenía puestas ninguna esperanza ni que deseaba de manera especial, pero que desde que lo probé para escribir las primeras impresiones vi algo distinto en él. Puede que esa falta de expectativas ayudase, pero el universo creado para Cronos: The New Dawn me embaucó por completo por su atmósfera y sus diseños, haciendo que disfrutase muchísimo de completarlo.

La variedad por la que apuesta teniendo en cuenta que es un survival horror y su lore caló mucho en mí, consiguiendo convertirse en ese título al que, sin importar mucho su popularidad o lo que piense el resto de él, se le guarda un cariño especial.

Para ti
Queremos saber tu opinión. ¡Comenta!