Ganarse la vida jugando - El precio de un sueño real

Una mirada al interior de los eSports y de quienes luchan por vivir de ellos

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Publicado en Reportaje

“Todo el día con la consola”, “Apaga eso ya, que te vas a quedar tonto”, “Como no apruebes, la consola se va al trastero”, “¿Otra vez con la maquinita?”. Este es un repertorio de frases que muy posiblemente mis padres me hayan dicho alguna vez en la vida, y probablemente a ti también. Aunque hace ya décadas que los videojuegos y las consolas se han convertido en un hobby más, presente en el día a día de millones de personas, es innegable que para muchos sigue teniendo un componente de pérdida de tiempo que es incompatible con un futuro brillante.

Ojo, no los culpo, es cierto que los videojuegos están muy bien para entretenerse un ratito, pero luego hay que olvidarse de ellos y buscar un trabajo de verdad… ¿o no? Cualquier amante de este mundo sabe de sobra que hay personas, no muchas, es justo decirlo; que consiguen hacer de esta afición su empleo, convirtiéndose en jugadores profesionales del título que aman.

Aunque esta industria continúa en evolución y tiene sus partes negativas, ya no se puede considerar algo precario, tiene una historia a sus espaldas que le impulsa a seguir creciendo y que te pueden dar motivos para lanzarte a ella.

Mucha más trayectoria de la que supones

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Celebrado por Atari en 1980, El Campeonato Space Invaders fue un evento pionero en el mundo de la competición de videojuegos

Como decía, estoy seguro de que si te hablo de una competición entre jugadores tu cabeza viajará unos diez años atrás, como mucho. Pero la realidad es que el primer gran torneo de videojuegos tuvo lugar en 1980. “The National Space Invaders Championship” de Atari fue un gran precedente del mundo del gaming competitivo, sembrando lo que se podría entender como la semilla de los eSports. Sí, en ese momento había muchas diferencias con lo más precario que te puedas imaginar en la actualidad, pero la idea de competir en videojuegos fue germinando dentro de los usuarios.

En 1997 el primer "Cyberathlete Professional League" (CPL) vio la luz. El shooter Quake, muy popular en esa época, fue la principal atracción, además de empezar a ofrecerse importantes premios en metálico. Todo esto, claro está, no tenía ni comparación con lo que hay hoy en día, pero no cabe ninguna duda de que fue una antesala de lo que estaba por llegar. A partir de los 2000 se vivió la verdadera explosión de los eSports. Títulos como Counter-Strike y StarCraft han sido (y siguen siendo) claves en el éxito de unas competiciones que siempre han sido muy bien valoradas en Corea del Sur. Aun así, si quieres llegar de verdad al boom de esta industria hay que grabar el nombre de League of Legends con letras doradas.

A partir de 2010 su auge no solo creó una escena competitiva global muy fuerte, sino que también llegó a más personas a través de plataformas como Twitch. En los últimos años, con el debate de si los eSports también son deporte, muchas marcas globales consolidadas se han interesado por formar parte de este mundo, demostrando la viabilidad del sector y haciéndolo más sostenible.

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Las imágenes que dejó el mundial de LoL de 2024 demuestra cómo ha crecido la industria

De esta manera, cada vez sorprende menos que los jugadores promedio tengan un marco de ingresos de entre los 10.000 y 30.000 euros en los clubes más pequeños y de entre 40.000 y 90.000 euros en los más consolidados. De hecho, también nos hemos habituado a escuchar cifras mucho más desorbitadas, como Johan “N0tail” Sundstein, que acumula más de 7 millones de euros solo en premios; o Faker, que ya va por casi 1 millón y medio de euros.

Sin embargo, es justo decir que no todos los videojuegos tienen un sector competitivo con tanta repercusión o tan seguido por la propia comunidad del título. Puede que precisamente este sea el mejor lugar para encontrar la inspiración.

No es oro todo lo que reluce

No hace falta ninguna presentación para la franquicia EA Sports FC, antes llamada FIFA. No solo es una saga que cada año coloca a su entrega entre los juegos más vendidos, sino que une dos elementos que parecen destinados a triunfar, el fútbol y los videojuegos.

Sin embargo, el competitivo de este mundo parece no cumplir con esta profecía, y testimonios como el de Nacho Abella así lo demuestran. Para aquel que no conozca a Nacho, lleva desde el año 2020 compitiendo al máximo nivel, consiguiendo algunos resultados increíbles, pero la ilusión con la que empezó en este mundo y su tremenda historia deja una conclusión con matices amargos.

La preparación que tuvo Nacho fue la más básica de todas, jugar con sus amigos y disfrutar de los modos online de la entrega de ese momento (FIFA 20). Así, notando que se le daba bien y con la curiosidad de descubrir dónde estaba su techo, decidió empezar a disputar torneos de perfil amateur para medirse a otras personas.

Pero no te equivoques, esto no es una historia de talento innato en la que al protagonista le sale todo, sino una auténtica demostración de esfuerzo y resiliencia. Nacho trabajaba en esos inicios como camarero, perdiéndose algunos de los torneos por no poder cambiar sus turnos en el restaurante, cubriendo los viajes con su propio dinero y dedicando su tiempo libre a mejorar por su cuenta.

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Nacho consiguió entrar en la escena competitiva de la mano del Deportivo de La Coruña

Es curioso ver lo que el trabajo honesto y la perseverancia pueden hacer en una persona, que después de perder el primer torneo que le daba acceso a representar a un club en el circuito profesional de FIFA en España, decidió intentarlo de nuevo, consiguiendo así formar parte del Deportivo de La Coruña. Que la llamada que le confirmaba que su sueño se ponía en marcha le pillase con el uniforme de camarero puesto probablemente sea la mejor metáfora de qué le había llevado a tener las llaves de su futuro en las manos. “Yo no sé lo que voy a ganar o lo que voy a dejar de ganar, pero sí”, fue lo que respondió a la confirmación de que iba a competir si él quería.

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Nacho durante un partido de competición representando al Sevilla FC

Sin embargo, como ya he dicho, esta no es una historia donde todo viene rodado. Tras un año brillante para un debutante, se encontró con que no podía seguir formando parte del Depor por circunstancias ajenas a él. De nuevo, esto no fue suficiente para tumbar a Nacho que, consciente de que necesitaba ciertas garantías económicas para continuar en este mundo, consiguió un nuevo contrato con otro club.

Esta ocasión le empujó a apostar por él más fuerte que nunca, pidiendo la excedencia en el trabajo para centrarse en competir con todo durante ese año. Apoyar a alguien no tiene nada que ver con entenderle, por eso su jefa, sin comprender muy bien qué estaba haciendo Nacho con su futuro, le ofreció todo su apoyo y una mascarilla (sí, estábamos en esa época) con un mando de consola y una frase: “Para el chico que va a conseguir todo lo que se proponga”.

Los títulos no son lo único que te hace sentir campeón

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Los últimos años Nacho ha representado al club de su tierra, el Oviedo

Lo cierto es que, en su amplia carrera, Nacho no ha ganado ninguno de los premios más grandes del circuito, pero eso no significa que la premisa de la mascarilla no se cumpliese. Él ha conseguido mantenerse años en la elite, clasificarse para un mundial, sobreponerse a todo tipo de sentimientos negativos y entender que ciertos resultados no le definen.

Con toda esta trayectoria a sus espaldas, Nacho tiene muy claro que todo lo que ha vivido ha mejorado la mayor de las expectativas, y no importa que incluso, con 25 años, tuviese que estar cobrando el paro una de las temporadas para poder centrarse en jugar.

Aun así, parece que ahora ha sonado el despertador y, con 27 primaveras a sus espaldas, el estrés mental y la inestabilidad económica de este mundillo le hacen ver otras cosas. “No merece la pena poner tantísimo esfuerzo para, luego, jugarme mi temporada igual en un partido de 20 minutos, en el que, si me sale bien, puedo ganar esa confianza y sé que soy buenísimo y puedo llegar a la final y llegar un mundial, o si me sale mal me como los mocos”.

No merece la pena poner tantísimo esfuerzo para, luego, jugarme mi temporada igual en un partido de 20 minutos - Nacho Abella

Nacho asegura que empieza a priorizar para su futuro cercano “asentar cabeza” estudiando un ciclo superior y aprendiendo un oficio. “Ya tengo 27 años, ya me apetece tener un poco más de tranquilidad. Tener un trabajo normal, tener mis horarios y tener mis cosas”.

No deja de resultar sorprendente que una persona que ha estado entre los mejores del mundo durante tanto tiempo, compitiendo en uno de los videojuegos más populares que existen, termine barajando una retirada por falta de estabilidad y de tranquilidad por su futuro. Esto habla de unas bases muy poco sólidas que deben de conocer aquellos que quieran intentar perseguir sus sueños como hizo Nacho, que a su vez es una demostración de que el éxito no está en un palmarés, sino en apreciar los momentos felices.

A veces, incluso ganando pierdes

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Gravesen con uno de sus trofeos

Si Nacho ejemplifica la dificultad de sobrevivir en el competitivo y demuestra que, incluso con sus malos momentos, este trabajo sigue siendo un sueño, Gravesen, Jaime más allá de internet, representa en buena parte lo contrario. El jugador que lo ganó casi todo, campeón nacional en múltiples ocasiones y referente internacional en FIFA. Pero su relato demuestra realmente cuál es la voz de un ganador, dándole mucha más importancia a lo que ha aprendido que a los premios que almacena en sus vitrinas.

Gravesen reconoce que cuando jugó su primer torneo, allá por FIFA 14, el único premio que buscaba (y que se recibía) era demostrar ser mejor de los demás. Esta ambición no tardaría en empezar a convertirse en una obsesión alimentada por su inmenso talento. Para poner a este en contexto, en FIFA 15 ganó el torneo de Gamescom que se jugaba en PS4 cuando él todavía no tenía consolas de esa generación y jugaba en la anterior.

Su carrera despegó en paralelo al inicio de un mundo competitivo en el que, en ese momento, el premio máximo que se podía acumular en un año era de unos 3.000 euros. Este límite económico tampoco significaba mucho para Gravesen, que quiso darle prioridad a estudiar Bachillerato y empezar una carrera. En este sentido, el jugador profesional ha querido destacar el papel que tuvo la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), que le dio todas las facilidades convirtiéndole en la primera persona en España en recibir una beca de deportista por competir en videojuegos.

Los años pasaron y la repercusión de los eSports de FIFA fue creciendo, y, con ella, también lo hicieron los premios y la exigencia. Ahí fue cuando Gravesen aprendió de verdad todo lo que le acompaña a día de hoy y lo que le ha convertido en quien es, no solo como profesional, sino también como persona.

El sacrificio y la presión de la competición

Todas las lecciones que ha aprendido durante tantos años de carrera se pueden resumir en varios pilares, el más importante de ellos el costo de entregarse en cuerpo y alma a este mundo. Desde que inicias tu carrera, la presión siempre pesa, aunque cambien los grados y los motivos.

Cuando eres muy joven quieres demostrar que puedes competir contra gente consolidada. Cuando eres tú quien está consolidado tienes miedo de perder lo que has conseguido. Él mismo reconoce que en los últimos años ha competido pensando en su retirada, planteándose cuál sería su último torneo cada vez que se ponía el traje de jugador profesional.

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En sus últimos años compitiendo, Gravesen reconoce haber jugado con la presión de la retirada

Las consecuencias de este desgaste mental pueden ser devastadoras, y Jaime, porque en esta parte fue él quien habló y no Gravesen, tuvo el valor de ponerse de ejemplo de las cosas que no hay que hacer. Él reconoce abiertamente que su salida para toda esa presión era la fiesta y el alcohol, todo para desconectar. Un camino que destaca que no es el correcto, ni mucho menos, y que es lo único de lo que se arrepiente de su carrera: “Me hubiese encantado desde chiquitillo trabajar con expertos para identificar cuál hubiese sido mi herramienta para poder lidiar con esta ansiedad y estas presiones [...] Si pudiese ir atrás en el tiempo, hubiese dedicado gran parte del dinero que gané en aprender a lidiar con ello”.

En este sentido, la realidad es que Gravesen tampoco manda un mensaje muy alentador, porque, aunque la escena ha crecido y el sector se ha profesionalizado, la mayoría de los clubes siguen sin dar apoyo psicológico al jugador. Por eso, recomienda que sea el propio profesional el que se encargue de su salud mental, aunque para ello tenga que reinvertir buena parte de lo que gana.

Además, la competición es muy exigente y muy poco agradecida. Para mantenerte en ella tienes que sacrificar mucho, y Gravesen no dudó en enumerar todo lo que se ha perdido por culpa de los torneos y los entrenamientos. Tiempo con su familia, con sus amigos, cumpleaños, bodas, bautizos... para él, la conclusión es clara y el mensaje debe calar en todo aquel que se plantee lanzarse a esta aventura: “Es imposible tener una balanza en la que tú intentas ser el mejor jugador del mundo y tienes un equilibrio en tu vida personal. Es imposible, entonces eso hay que tenerlo en cuenta. Y que vas a sacrificar gran parte de tu juventud en intentar ser el mejor jugador del mundo”.

Es imposible tener una balanza en la que tú intentas ser el mejor jugador del mundo y tienes un equilibrio en tu vida personal - Gravesen

La realidad es que el mensaje de Gravesen es el que mandaría un padre. Alguien que se siente con la obligación de cuidar a quienes van a venir detrás de él, advirtiéndole de lo peor de este mundo y remarcando los errores que él cometió para que nadie más los repita. Pero eso no significa que no tenga muchas cosas buenas que decir.

A Gravesen no le brilló la mirada al hablar de sus títulos o de los premios en metálico, lo hizo cuando explicó que la pasión por el videojuego para él es como un idioma propio. Jaime asegura que no ha encontrado un sentimiento de pertenencia como el que le llena hablando con otros jugadores sobre EA Sports FC y sobre la competición.

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En la actualidad Gravesen también aparece en los directos del canal inglés de EA Sports FC de los torneos profesionales

Por eso, la mejor conclusión a su trayectoria es que, a la larga, los títulos no son lo que hacen que sonrías al recordar tu carrera. Lo que siempre te llenará de orgullo y de nostalgia es saber que un día, siendo prácticamente un niño, encontraste tu lugar en el mundo.

Allanando el camino para que siga mereciendo la pena recorrerlo

A pesar de las carreras tan distintas que Nacho y Gravesen han tenido y de que ambos hablaron sobre grandes puntos negativos a los que debe sobreponerse un jugador que ha conseguido hacer de los videojuegos su trabajo, hay una última parte de la historia de ambos por contar y en la que los dos coinciden.

Ninguno se arrepiente ni lo hará nunca de haber dedicado parte de su vida a este mundo. Pese a la precariedad, la presión psicológica y los sacrificios personales, ninguno de los dos cambiaría las experiencias que les dio la competición. En la balanza final lo bueno pesa mucho más que lo malo y haber encontrado un lugar donde su pasión podía convertirse en una forma de vida nunca tendrá comparación.

Esa idea es quizá la mejor brújula para quienes hoy se plantean seguir sus pasos. El camino no es fácil y la vocación es un componente fundamental, pero, al menos, en la actualidad hay en marcha proyectos que buscan construir un escenario más sano y sostenible para las nuevas generaciones.

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DjMaRiiO y Cacho01 junto a las chicas de la Academia femenina de DUX Gaming

Un ejemplo es la Academia femenina de DUX Gaming, una iniciativa pionera que no solo apuesta por formar a personas desde la base para que no se encuentren perdidos en una escena tan hostil como la de la competición, sino que encima se centra en un colectivo que ha sufrido marginación en este sector prácticamente desde que se inventó: las mujeres.

Rafael Tobías, director deportivo y general mánager en Team DUX Gaming, destacó la importancia de crear un entorno seguro para que ellas crezcan, acompañándolas no solo en lo competitivo, sino también en lo personal y con apoyo profesional desde el minuto uno. Que existan iniciativas así, dedicadas a dar oportunidades y a cuidar de quienes sueñan con vivir de los videojuegos, demuestra dos cosas, que la escena todavía tiene mucho por crecer y que lo está intentando.

Creo que nadie puede negar que los eSports son corrosivos, exigentes y sacrificados, pero lo cierto es que, como repiten Nacho y Gravesen, vale la pena intentarlo. Porque ganarse la vida jugando ahora sí es una realidad y, aunque no sea sencillo, siempre merecerá la pena.

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