Tras 4 horas jugando a Final Fantasy VII Rebirth tengo muy claro que va a ser uno de los grandes de 2024
Square Enix y Plaion nos invitan a un evento de prensa para probar Final Fantasy VII Rebirth durante 4 horas en PS5

Las leyendas se forjan con el paso de los años. 27 tiene, ni más ni menos, Final Fantasy VII. Ese juego que llegó para rescatar a la mítica Square y hacer historia con un planteamiento y una narrativa que consagraron un género que parecía dedicado a solo unos pocos. Desde entonces, todos sabemos qué fue lo que pasó: una época dorada en la que Final Fantasy se convirtió en todo un referente para cualquier título que se acercara al RPG, sin que prácticamente nadie fuera capaz de toserle en la distancia.
Las situación ha cambiado en estas dos décadas y hoy en día hay muchos contendientes en el género que han conseguido adelantar por la derecha a la licencia de Square Enix. Sin embargo, algo cambió en 2020 con la llegada de Final Fantasy VII Remake. Esa magia que solo sabe aportar la séptima entrega de la serie volvía a respirarse en el ambiente, con una reinvención de la historia que terminará convirtiéndose en una trilogía. La segunda parte, Rebirth, ya asoma en el horizonte con su estreno en PS5 el 29 de febrero.
Ahora, tras la emisión del State of Play dedicado al juego al fin puedo revelar que he estado 4 horas a los mandos de la versión final (o al menos casi definitiva) de Final Fantasy VII Rebirth gracias a un evento al que fui invitado por Square Enix y Plaion. Probablemente, las mejores 4 horas que he pasado junto a un videojuego en los últimos meses y a continuación te cuento por qué.
La magia innata que renace

Cloud y Sefirot aúnan fuerzas en el inicio de Final Fantasy VII Rebirth.
Final Fantasy es una de las sagas de mi vida, pero hay capítulos que aportan más y otros que lo hacen menos. Lo que ocurre con el episodio 7 es una sensación de cosquilleo constante al volver a revivir algunos de los acontecimientos que te marcaron cuando eras joven y esta reinvención va directa hacia ese hueco en el corazón llamado nostalgia. Si nos pusieron a los mandos de la versión final del juego desde el inicio, algo que desconozco, aunque tenía toda la pinta, los primeros compases son un auténtico deleite narrativo que te invita a reconectar de nuevo con la aventura, en caso de que te hubieras despegado un tiempo.
Sefirot. Cloud. Tifa. Nibelheim. Todo se va abriendo paso lentamente con un tono mucho más detallado que el de la obra original, lo que te permite saborear cada momento de ese incidente que lo marcó todo. Las motivaciones de Sefirot para ser el villano, la sed de venganza de Tifa, el papel de Cloud en la historia... Todo converge mediante un flashback jugable que hace las veces de tutorial de un modo sublime. Hacer memoria con el sistema de combate mientras te vas adentrando en los eventos pasados de la historia, aclimatarte de nuevo a lo que es este nuevo entorno y recordar todo lo que viste en Remake.
He de admitir que en un principio me sentí decepcionado al comprobar que volvía a jugar la parte de Nibelheim, ya que fue lo que se nos permitió probar hace unos meses, pero pronto se despejaron mis dudas al vislumbrar que había decenas de cosas nuevas en una versión extendida y completamente mejorada. Controlar a Sefirot por aquel entonces fue memorable, pero lo de esta ocasión fue directamente una experiencia excelsa. Las dos horas aproximadas que se invierten en todo lo relacionado con Nibelheim son realmente increíbles.

Los niveles de producción de Final Fantasy VII Rebirth en PS5 son impresionantes.
Poco que comentar a este respecto sin entrar en el terreno de los spoilers, pero poder apreciar algunas de las escenas más incónicas de la franquicia con la calidad audiovisual que derrocha Final Fantasy VII Rebirth es un regalo para los sentidos. Todo lo que se ve dispone de unos niveles de producción sensacionales y no puedes hacer otra cosa que quedarte embobado en todo momento respecto a lo que estás viendo en la pantalla. Eso sí, Square Enix nos obligó a jugar en modo fidelidad en todo momento y se aseguraron de que no se utilizara el modo rendimiento, por lo que tengo muchas ganas de comprobar qué tal se desenvuelve la propuesta con 60fps.
El combate, la joya de la corona de un sistema que ya parecía perfecto

Los combates siguen siendo absolutamente espetaculares y muy ágiles.
Aunque en esta porción de juego, la correspondiente al Capítulo 1, solo se puede jugar con Cloud y Sefirot, resulta más que suficiente para mostrar las diferentes vertientes del combate, que vuelve a ser el elemento más significativo de Final Fantasy VII Rebirth. Más tarde, durante el Capítulo 2 se une el resto del equipo para ampliar las opciones estratégicas, pero ya hablaremos de ello más tarde. Una de las cosas que más me impresionó es que en esta ocasión sí que pude apreciar el verdadero significado de las sinergias entre los personajes, ya que el nivel de dificultad más exigente estaba disponible.
Este tipo de batallas son mucho más dinámicas y volátiles que las de Remake, por lo que entiendo que el equipo de desarrollo haya querido añadir ciertos elementos para intentar sacar el mayor partido de las mismas. Había nuevos enemigos en esta versión que no estaban presentes en la anterior prueba, y lo cierto es que son muy duros de pelar en dicha dificultad. Alcanzar un plano estratégico, incluso disponiendo del Soldado de primera clase de pelo cincento se hace una necesidad, por lo que hay que gestionar muy bien cada acción. En este sentido, Final Fantasy VII Rebirth es un juego realmente ligero y activo, facilitando en todo momentos las acciones que puedes ejecutar el jugador.

Las sinergias tienen la capacidad de cambiar el rumbo de las batallas más exigentes.
El combate contra el jefe fue el momento álgido antes de regresar a una dificultad que me permitiera avanzar lo más lejos posible durante las 4 horas de prueba. Aquí fue donde sudé la gota gorda, me vi obligado a utilizar objetos y a derrochar todo el poder de la sinergia entre Cloud y Sefirot en los momentos adecuados para que pudieran salvarme de un apuro. Si buscas un reto, lo encontrarás, de eso no cabe duda. Lo único que puedo añadir respecto a lo que argumenté en su momento es que el sistema de combate es absolutamente divertido dentro del caos de ataques, defensas, bloqueos, habilidades y hechizos. En todo momento estás haciendo algo y eso es una auténtica gozada.
Como decía, una vez se inicia el Capítulo 2, Barret, Tifa, Red XIII y Aeris se unen al grupo para aportar nuevas opciones estratégicas, ya que solo se puede elegir a tres de ellos como los principales. Las configuraciones son muy variadas e incluso en esta pequeña prueba ya se advierte que algunas combinaciones de personajes son más aptas para hacer frente a ciertos tipos de enemigos que otras. Algo que celebro encarecidamente, ya que será un modo fantástico de obligarte en cierta medida a utilizar a todos los miembros del grupo, especialmente cuando también se unan a la fiesta Yuffie y Cait Sith.

El estilo de combate de Red XIII es totalmente único, tal y como ocurre con el resto de personajes.
Las sinergias son espectaculares y aportan momentos y efectos únicos, aunque lamentablemente no pude probarlas todas. Lo que sí puedo decir es que cada personaje resulta único en el gameplay, por lo que sus ataques, animaciones y modos alternativos ofrecen un dinamismo tremendo y experiencias muy singulares. No es lo mismo pegar espadazos con Cloud que zarpazos con Red XIII, tanto a nivel de acción con el botón de ataque como en animaciones, lo que permite ver el enorme trabajo que se ha realizado para dotar a cada uno de esa personalidad marcada, no solo en los diálogos, sino también en el combate.
Abriendo las puertas de la inmensidad

En el momento en el que Rebirth abre las puertas de su mundo abierto comienza un nuevo juego.
Entonces, ¿qué hay de nuevo en estas 4 horas del inicio de Final Fantasy VII Rebirth? Pues precisamente todo lo que ocurre después de los acontecimientos de Kalm, donde los personajes abren la puerta -literalmente- hacia el vasto mundo que les aguarda. Para mí fue uno de los momentos más mágicos de la prueba, ya que es escena permite ver una cantidad de terreno enorme que parece parte de algo mucho mayor que se irá ampliando con el paso de las horas. Lo más impresionante de todo es que en ningún momento da la sensación de ser un mundo vacío, sino que siempre hay algo que hacer en él.
Y he de admitir que con alrededor de una hora invertida en esa porción de terreno abierto -abierto de verdad, no como las zonas de Final Fantasy XVI- siempre encontré algo interesante que llamaba mi atención. Ya fuera una estructura que quería visitar en la que podría encontrar un cofre con recursos o una material, otras zonas en las que recolectar materiales para el crafteo o un personaje que requiere mi ayuda para alguna tarea; en este sentido, sí que he de admitir que aún no he visto esa inspiración en las grandes misiones secundarias del género, pero aún es pronto para juzgar.
Lo que quiero decir es que el mundo abierto de Final Fantasy VII Rebirth tiene vida y eso puede advertirse desde el primer momento que se pone un pie en él. Me dio la sensación de que aún había mucho que descubrir cuando los miembros del staff de Square Enix nos dieron el alto, mientras rogaba por dentro que me dieran otras 4 horas más de juego. Los diferentes biomas se entrelazan con gran acierto, aportando una homogeneidad muy interesante. También pude ver algunos chocobos que pueden utilizarse como montura, por lo que estarán presentes desde bien pronto para recorrer los parajes. A quien no vi fue a la temible serpiente del juego original, aunque tengo la impresión de que merodeaba por allí.

Los chocobos son especialmente importantes para recorrer el mundo.
Sin duda, es lo que más impresiona de Final Fantasy VII Rebirth respecto a lo jugado en Remake, ya que aquí el equipo japonés se ha rasgado las vestiduras para eliminar las barreras y dar paso a la libertad absoluta con un mundo abierto que, al menos en sus primeros compases, funciona realmente bien y aporta nuevas sensaciones en todo momento. Por no mencionar el impresionante aspecto que luce a nivel gráfico, a pesar de que no se libra dle dichoso popping que ya parece un invitado de lujo en cualquier videojuego que llega al mercado. No obstante, los entornos y su grado de detalle están muy cuidados, ofreciendo una calidad superlativa. Poco que objetar en ese sentido.
¿Una partida de Queen's Blood, Cloud?

Este señor será el artífice de tu nuevo vicio: Queen's Blood, el juego de cartas de Final Fantasy VII.
La otra gran novedad además del mundo abierto que nos presentó el equipo de Square Enix fue Queen's Blood. Final Fantasy no ha podido resistir a la tentación de los grandes juegos RPG y también ha incluido su propio juego de cartas en el que invertir algunas horas de la totalidad del gameplay. No le tenía mucha fe en cuanto lo vi aparecer en el juego, pero he de admitir como placer culpable que me privó de explorar más a fondo el mundo abierto. Y es que Queen's Blood ofrece una propuesta simple y fácil de comprender, lo que lo hace más adictivo si cabe.
A lo largo de la aventura habrá diferentes personajes que querrán retarte a una partida de Queen's Blood, disponiendo de sus propia baraja de cartas, cada una con su propia puntuación y efecto en el tablero. Por supuesto, el jugador también puede ir obteniendo nuevas cartas y conformar sus propias barajas para tener diferentes opciones estratégicas, algo que se puede conseguir derrotando a ciertos contrincantes o en tiendas específicas dedicadas a este nuevo entretenimiento. Desde luego, parece que va a tener un peso importante en el desarrollo de la propuesta.
Como decía, su planteamiento es muy simple, pero efectivo. En el tablero hay cuatro hileras de casillas en las que se deben situar las cartas para conseguir mayor puntuación que el rival en cada una de ellas hasta conformar el cómputo global. Por supuesto, se ha de tener en cuenta la puntuación de cada carta para poder situarla en el tablero, su condición y sus efectos. Aquí es donde se dan lugar todas las variantes estratégicas para colocar una carta junto a otra que pueda potenciarla, reducir las puntuación enemiga y otro tipo de efectos que supongan la inclinación a favor de la balanza.

Las partidas de Queen's Blood apuntan a ser realmente adictivas.
En las seis partidas que jugué a Queen's Blood me lo pasé realmente bien, ya que es un juego con partidas cortas y directas en las que no hay que invertir una enorme cantidad de tiempo. Square Enix ha sido capaz de conformar un juego muy adictivo, pero en dosis pequeñas para no desviar en exceso la atención respecto a lo que es verdaderamente importante. Lo consiguen, no cabe duda, pero me he quedado con ganas de explorarlo más a fondo, algo que haré en la versión final sin pensármelo dos veces.
Final Fantasy VII Rebirth lo tiene todo para ser uno de los mejores juegos de 2024

Cloud puede tocar el piano de manera totalmente funcional.
En definitiva, las 4 horas que he podido disfrutar junto a Final Fantasy VII Rebirth han sido un regalo y toda una explosión de sensaciones. Era uno de mis juegos más esperados para este 2024 y la puesta a punto no ha defraudado en absoluto, con unos valores de producción especialmente altos que demuestra el mejor aspecto que ha disfrutado un Final Fantasy hasta la fecha y con un doblaje sublime nuevamente de los diferentes actores que interpretan a los personajes principales.
Solo han sido cuatro horas de las más de 50 que promete Square Enix para esta segunda entrega del proyecto de Final Fantasy VII, pero si consiguen mantener el mismo nivel en las que se sucederán a partir de donde solté el mando, lo que nos espera es una de las aventuras más épicas e impresionantes que se puedan disfrutar en PS5. Suerte que queda realmente poco para que llegue el 29 de febrero para empezar a vivirlo en lugar de imaginarlo.