El secreto para crear una adaptación cinematográfica perfecta de un videojuego es: ¡ninguno!

Las adaptaciones de los videojuegos al mundo del cine marcan tendencia en la actualidad, por desgracia no existe una fórmula que garantice el éxito

El secreto para crear una adaptación cinematográfica perfecta de un videojuego es: ¡ninguno!
Publicado en Series

Durante las últimas décadas hemos sido testigos del florecimiento de las adaptaciones de videojuegos al mundo del cine y de la televisión, convirtiéndose en una opción muy valorada por la industria del entretenimiento. Los títulos de las grandes franquicias se apoderan de las pantallas, sobre todo, a través de las grandes plataformas de streaming donde podemos disfrutar de producciones como Fallout, Arcane: League of Legends y The Last of Us, las miniseries transmitidas en Prime Video, Netflix y HBO Max, respectivamente. Esta tendencia también abarca al séptimo arte y lo podemos apreciar con Five Nights at Freddy's y Super Mario Bros: La película.

Por desgracia, no todos los proyectos son materializados de la forma correcta. La ausencia de una fórmula o esquema complica la tarea de brindar una adaptación capaz de replicar al videojuego, sin caer en demasiadas diferencias.

Jonathan Nolan tiene la respuesta

Fallout

El creador de una de las mejores series de Prime Video cree tener la respuesta

De acuerdo con Jonathan Nolan, el director de la segunda serie más vista de Prime Video, Fallout, la dificultad de convertir un videojuego en una serie televisiva o película radica en su propia naturaleza. A diferencia de una obra literaria o una creación original, la historia de los videojuegos depende de la persona que manipula el control.

Aunque algunos directores han alcanzado el éxito, traducir la experiencia de los jugadores es una tarea casi imposible de lograr. Nolan asegura que si bien su miniserie ha recibido buena crítica y se encuentra entre las grandes favoritas de Prime Video, la trama no deja de ser territorio inexplorado. De esta forma, el avance de su desarrollo ha estado sujeto a la evolución de la línea del tiempo de la franquicia, no hay un plan preestablecido.

Mantener la esencia

El problema con los videojuegos radica en que, a pesar de que son una manera de contar historias, la amplitud de su alcance obliga a renunciar a muchas de sus cualidades. En el caso de Fallout, el aspecto que distingue al título es que se trata de un juego de rol de mundo abierto, algo que, evidentemente, no se puede reflejar en el programa televisivo.

En este sentido, el verdadero objetivo de cualquier adaptación debe ser evocar los sentimientos de los jugadores. No basta con elegir un título popular, hace falta estudiar sus características y evaluar si su personalidad y tono tiene la capacidad de sobrevivir a la traducción.

Asimismo, es indispensable hacer inmersiva la experiencia, algo muy difícil de conseguir cuando no existen personajes bien desarrollados. Al igual que sucede con los cómics resulta erróneo intentar imitar un encuadre exacto, después de todo, hablamos de medios de entretenimiento completamente diferentes. Mantener la esencia que define al título supone priorizar el vínculo que existe entre los videojuegos y los jugadores, y plantear la historia con base en aquello que lo hace especial.

La calidad de animación no lo es todo

The Last of Us

The Last of Us es otro ejemplo de cómo hacer las cosas bien

Gracias a los avances tecnológicos en materia de animación, hoy en día, es cada vez más sencillo convertir cualquier idea en un proyecto terminado. Sin embargo, esto no implica la posibilidad de alcanzar la excelencia. De acuerdo al showrunner Craig Mazin, parte del éxito alcanzado con The Last of Us obedece a la forma acertada de definir el tono de la historia, algo imposible de lograr sin la presencia del creador del juego, Neil Druckmann como parte de la producción.

De esta manera, si bien la producción presenta importantes diferencias respecto al videojuego, mantiene la esencia que lo define, dando a entender que no existe la necesidad de replicar con exactitud la historia, sino de transmitir eso que la hace especial. Las malas adaptaciones tienen un denominador común, se enfocan en mantener los aspectos que definen al juego, no lo que representa. La intención de los estudios es hacer dinero aprovechando el interés que los títulos generan sobre los seguidores.

En definitiva, si bien no existe una fórmula magistral o estrategia clara capaz de garantizar la correcta traducción de un videojuego a las pantallas de cine. La clave radica en transmitir la esencia del juego y no en las posibles ganancias, como es el caso de las películas Uncharted (2022) y Proyecto Rampage (2018), las cuales descuidaron los aspectos que verdaderamente atraen a los jugadores.

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